lunes, 25 de julio de 2011

Náufraga

Avi miró hacia el cielo. El sol ya se ocultaba por el horizonte. Sin duda, los atardeceres son más bonitos en mitad del océano. Las aguas cristalinas reflejaban la luz del astro dando la sensación de que todo el mar se había vuelto rojo y naranja. Precioso.
La tabla sobre la que flotaba se balanceó un poco por el leve oleaje, aunque en general había sido un día muy tranquilo con las aguas muy calmadas. Pensó con algo muy parecido a la ironía que al final había tenido suerte.
Además del murmullo del agua, las gaviotas almibaraban sus sentidos con cánticos lejanos. A Avi no le habían gustado nunca, sentimiento generalizado al resto de pájaros. Después de todo, era lógico: eran bestias feroces y sin escrúpulos que ya se habían cobrado la vida de demasiados compañeros. Pero, en aquel momento, la muerte no parecía tan desalentadora, y el hecho de escuchar un sonido familiar le daba algo de paz.
Avi rodó sobre la madera, para desentumecerse el cuerpecillo. El toque de su miembro roto la hizo detenerse de dolor. No sabía cuanto tiempo llevaba ahí, perdida en la inmensidad del mar, pero había sido el suficiente para que la tabla se recubriera de una capa verde musgosa, lo bastante seca aún para que no se le adheriera. Días... llevaba allí tendida varios días. Cuando le echaron del barco en el que iba de polizón, recordaba no haberle dado importancia. Para ella, el mundo no era más que un crisol caleidoscópico de imágenes banales. Se limitaba a seguir la labor para la que le habían adiestrado, “era” un eslabón, al que nunca se le había permitido soñar. Ahora, perdido todo el contacto con los suyos, y prácticamente con la vida, era cuando más estaba disfrutando de su cerebro. Se veía a sí misma junto a varias compañeras en el campo, disfrutando del día, echando carreras o contando historias en el césped. Se le daban bien las historias ¿Por qué nunca había hecho ninguna de esas cosas?
Avi se incorporó como pudo por las heridas. Estaba acostumbrada a que la gente se apartara de ella o intentara matarla. Cuando el marino de la barba parda consiguió golpearla, se preguntó porque no acababa con ella. Lo había visto cientos de veces, eran capaces de hacerlo sin escrúpulos. Pero no todas corren la misma suerte, y en su lugar el hombre había decidido echarla al mar en una tabla, esperando sádicamente que muriera de hambre, sed, calor, o una mezcla de todo ello.
El sol ya era sólo un punto brillante. Las aguas rojas habían menguado y sólo quedaban las más próximas al astro, como una gran red roja que estaba siendo recogida. Avi ya había pasado el momento de la desesperación, el de la negación y el pesimismo. Ahora le tocaba morir o vivir, aunque sabía que la muerte tenía más papeletas en este sorteo.
Avi estiró sus alas, se alisó las antenas y se impulsó con sus cinco patas hábiles. Volaría hasta la extenuación, y entonces moriría. Era tan buen plan como cualquier “única opción”. La avispa abandonó la tabla y voló en línea recta.
El mar seguía calmado.

A 32 km de distancia, sobre la proa del “Gatomalán”, Junco Junior Edurno se golpeó la parda barba con la palma de la mano.
- ¡Dichosos insectos!- se quejó-. ¡Ojalá esas gaviotas eliminaran a todos los bichos malos del planeta!
las gaviotas ,as próximas le miraron.
El hombre se llevó la mano al bolsillo y sacó una pipa. Luego, de la pechera sacó una pitillera con varias bolsas.
- El de manzana, el clásico, el de miel... no. Hoy me apetece el de pescado podrido...
Junco volcó parte del contenido de la bolsa en su pipa, encendió una cerilla y la prendió. Tras dos bocanadas, el humo empezó a salir de su extremo ancho y cóncavo. Mientras, dos docenas de ojos amarillos se habían agrupado a su espalda.
- Uffffffff, ¡sí señor! ¡Esto es vida y lo demás no! Uf... ¡por los cielos! ¡Qué bien sienta una buena pipaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...!

FINAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHL

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