martes, 10 de mayo de 2011

GUMER, NUESTRO HÉROE

Hoy es un aciago día en Comerciópolis. Las profundidades marinas han escupido un dragón en sus costas, el cielo se ha oscurecido por un meteorito a punto de impactar contra los rascacielos, eclipsando al sol, y una panda de enanos verdes atraca varios bancos impunemente.
Esta ciudad necesita un héroe urgentemente y sólo hay alguien en Comerciópolis capaz de hacer frente a tamaña amenaza. Él es el protector, el guardián de la paz, la luz de los desesperanzados...
Por la calle, el joven Timoty contempla el negro cielo, la bestia marina y los pequeñajos cabroncetes. El chico no duda en buscar en su bolsillo, sacarse un chicle y, mientras rasga el envoltorio, sin perder un instante, alza su voz al viento...
- ¡GUMEEEEEEEEER!

¡GUM GUM GUMER!

...nada pasa. El chico no se da por vencido: eleva el chicle y, con más fuerza, reclama de nuevo:
- ¡GUMEEEEEEEEER!

¡GUM GUM GUMER!

Nuevamente, el silencio es la única respuesta. La sombra del meteorito cada vez se cierne más alrededor del muchacho.
- ¡Gumer! Por favor...

...¿gum gum?

De nuevo, el héroe al que todos esperan no aparece. La enorme roca espacial cae con toda su fuerza en la calzada, dejando como único rastro las playeras de Timoty llenas de sangre y calcinadas.


“Soy Earl Brodway, y esto es el “Diario Kiosco”, en exclusiva con mi equipo para Comerciópolis. Nos dirigimos a la casa en las afueras donde reside Gumer, el héroe del pueblo, el hombre hecho de chicle que por razones que desconocemos hoy no ha acudido a su cita con la justicia. Hoy, nos proponemos encontrar la verdad.
Llegamos a su casa sin problemas, en donde tras llamar al timbre e identificarnos como la prensa local, la mujer de Gumer nos recibe amablemente y nos conduce hasta donde se encuentra su marido. Nos encontramos entonces con un hombre abatido y flácido, tirado en un sofá inerte con los miembros anormalmente estirados y enrollados sobre sí mismos para no tocar el suelo. Esta es la entrevista.

ENTREVISTADOR: Buenas tardes señor Gumer. Es un honor y un placer que haya querido atendernos en su casa.
GUMER: El gusto es mío.
E: Verá, señor Gumer, el motivo de que hayamos venido es preguntarle por qué no ha acudido esta mañana a salvar a la ciudad, ¿es que está cansado de ser un súper héroe?
G: Nada de eso. Pero, como puede ver, no estoy en disposición de ayudar a nadie...
E: Eso habíamos notado. Perdone nuestra indiscreción pero, si no le es molestia, ¿podría decirnos qué le ha pasado?
G: No. No es problema hablar de ello. Verá, estar hecho de chicle tiene sus ventajas... pero pocas. Por lo general es un infierno insufrible y lleno de dolor: sí, es cierto que cualquier parte de mi cuerpo se puede estirar hasta límites insospechados imposibles de alcanzar para cualquier otro mortal, pero el problema es que luego no vuelven a su tamaño original. Estirar mi cuerpo para hacer de colchón a un autobús escolar desbocado puedo hacerlo, pero sólo una vez. El chicle es plástico, no elástico, y si doy de sí mis chilcemúsculos, luego les es imposible recuperar su talla de manera ordenada. Esto reduce mis posibilidades a mantenerme estirado, o apelotonado y deforme si me aplastas, pero nunca llegar a estar tan entero como al principio de mis días. Supongo que ya se imaginará los problemas que ello acarrea: pérdida del tono muscular, disfunción corporal, casi absoluta incapacidad para valerme por mí mismo... y eso por no hablar de mis problemas de erección. Además, siendo de chicle es muy normal que toda la porquería de alrededor se me pegue, lo cual hace necesario una limpieza constante y rigurosa de la casa, así como una vigilancia continua de insectos o animales salvajes que puedan arrancarme cachos del cuerpo... tareas de las que, como puede usted mismo comprobar, yo no me puedo ocupar y acaba haciendo mi querida esposa.
(En ese instante, la mujer de Gumer nos interrumpe desde la puerta que da a la cocina)
SRA GUMER: Disculpen caballeros, pero ya es casi la hora de la cena de Gumer. Cariño, ¿te apetecen filetes?
G: ¡Oh sí! Eso sería fantástico cielito. Pero recuerda hacerlos puré bien. Ya sabes: no tengo minerales en el cuerpo y mis dientes no son duros.
(La mujer asiente recatadamente. Antes de introducirse de nuevo en la cocina, creemos ver una lágrima cayendo de sus ojos y oír un sollozo).
G: Pobrecita. Aún no se ha acostumbrado del todo...
E: Y díganos, ¿cómo aguanta esta situación?
G: Hallo consuelo en el visionado de películas, leo algunos libros mientras Marta (su mujer) pasa las hojas... pero, sobre todo, charlar me parece un pasatiempo animado. Por eso siempre me hace feliz recibir nuevas visitas. Así que, desde aquí aliento a cualquiera que esté interesado en conocerme que se pase por aquí un rato. Les prometo que no muerdo. Mis dientes son blandos. Jajá.
(Nosotros reímos por cortesía).
G: Solamente hay un requisito. Por favor... cuando estén delante... de ninguna manera, bajo ningún concepto, bostecen en mi presencia.
(Debido a la infame sugestión de la frase, un servidor no puede evitar abrir la boca con descaro. Trato de taparme el agujero con las manos, apretando la mandíbula con toda la fuerza de mis dedos, pero de nada sirve: es incontrolable. Horrorizado, mientras se escapa el aire por los pliegues, veo la cara de terror del señor Gumer mientras, contagiado de bostezo, abre la boca de manera desmesurada).
E: Lo sient...UAAAAAAAAAAAAHHHH...
G: NOOOOOOOOOUUUUUUUUUUUUUUUAAAAAAAAHHHH...
(Frente a mis ojos pasa la transformación al completo. Su mandíbula queda laxa, colgando de su cara y caída sobre su pecho).
E: Señor Gumer... ¿se encuentra usted bien?
G: Acg... acgga... acg... Bmáte...bmeeeee.

...¡GUM GUM GUMER!

miércoles, 4 de mayo de 2011

LAS MORALIZANTES AVENTURAS DE INTROITO Y REGULATOR

Capítulo 1: Los oscuros entresijos del guión


Miércoles por la tarde.
Introito, el entrañable robot descuartizador de miembros y su inseparable amigo a pilas, Regulator, son la típica pareja de amigos androide asesinos con un piso alquilado en el centro, que pasan los días delante del sofá frente de la tele.

Y regresamos con: “Amarte así, Niño-Mierda"
-Pero yo... aún te quiero.
-¡Aaaaaah güey! Mi Lulusita, yo también te extraño...


Introito volvió la metálica cabeza hacia su compañero.
-Sentimientos nuevos afloran en Introito. ¿Cómo es posible que Lulú, siendo hija adoptiva de María Antonieta, siendo hija legítima y heredera de Juan José Carlos Baldomero, dueño del imperio de “Condones con sabor a Polo Baldomero”, siendo abandonada por éste cuando era niña, siendo aceptada por éste tras salvarle la vida en un accidente con un parapente de madera, siendo madre de cuatro hijas con 4 maridos distintos, 16 en total, siendo fundadora de la asociación: “Millar de Hijos de Lulú por Zorrón”, siendo del BarÇa, siendo defensora del papel de la mujer en el trabajo y en las ferias regionales; y José Carlos Juan, siendo un empedernido vividor, siendo padre de 12 hijos no reconocidos, siendo padre de 53 hijas no reconocidas, siendo la hermano gemela de la madre de Lulú, siendo el padre de los hijos del hermano de Lulú, siendo el principal accionista de “Polos con sabor a Condón”, empresa rival de “Condones Baldomero”, siendo gay, siendo miembro fundador del Real Madrid, siendo un robot, siendo la verdadera madre de Lulú, se amen?
-Pipí, pipi-pipi.- repuso Regulator.
-Tienes razón. Esta serie es despreciable y tanto ella como el productor como el equipo de rodaje merecen ser exterminados por el riguroso juicio de Introito.
Introito se levantó mecánicamente y recargó su brazo láser.

-...pero es que Juan José Carlos, mi padre... ¡ES TU HIJO!

-...pero no hoy.- dijo Introito, dejándose caer de nuevo en el sofá.