jueves, 28 de julio de 2011

Para el que le interese

Y con esta de hoy concluye el maratoniano ciclo de historias. He de decir que no siempre ha sido fácil mantener el ritmo de una historia al día durante una semana, como he de decir que hice trampas y ya tenía 3 preparadas.
Espero hayan disfrutado leyendo tanto como yo escribiendo. Pasen un buen verano y hasta la próxima (no hoy, pero quizás sí mañana...).

Crepus-ano en Gandía

No soy como ellos. No soy un chico normal. Me llamo Eduardo Cullenpompa... y soy un vampiro.
La familia Cullenpompa, noble estirpe de arcaicos vampiros, veranean en Gandía como cada año. Mamá Cullenpompa prepara la sombrilla y las toallas.
Arena: cambiante, mutable. Ente sin alma que no se decide a tomar una forma fija. Es tan siniestra y a la vez tan atrayente...- piensa Eduardo Cullenpompa, mientras hace castillitos de arena.
- ¡Edualdiiiiiito!- le grita su madre-. Ven “pacá” que te tengo que “echal” la crema “pol” la espalda, que si no “me te” quemas.
Eduardo obedece.
- ¿Y tu “paaadle”?- continúa la madre, extendiendo la masa.
- Está ahí- señala el joven vampiro.
En la orilla, un hombre con el torso brillante saca pecho y aprieta los músculos frente a un grupo de italianas bañistas.
- Uyuyuyuyuyuyuyuyuyuyyyyy... ufff, no me miréis... soy un monstruo... uffff... uyuyuyuy... qué monstruosos y qué bueno que estoy...
- ...valiente imbécil- se queja una de ellas.
Mamá Cullenpompa decide cambiar de tema.
- Bueno, Edualdito, ¿te has comido el bocadillo de ajo? Es tu “favoliiiito”.
- Sí, madre.
- Te apetece un vaso de “sangle” ahora.
- No. Soy un vampiro moderno. Mejor leche.
La madre saca de su neverita portátil un vaso de leche. Eduardo se lo bebe de un trago.
- “Hablas” hecho los debeeeres antes de “venil” a la playuqui, ¿”veldad”?
- Sí, madre.
- ¿Y rezado tus “olaciones”?
- Sí, madre- responde Eduardo, mostrando el crucifijo que siempre lleva colgado del cuello.
- Bien. “Pos” ahora sé un buen chico y tráele a la mama una botellica de agua del chiringuito.
- ¿De qué marca, madre?
- Bendita, que es la que “mejol” sabe.
Eduardo asiente complaciente y se levanta.
- Y alegra esa cara. ¡Coooooño! Qué seco “queres”...
Eduardo no sonríe. Es un vampiro adolescente, está torturado por una sociedad que no le comprende, y lo va a demostrar.
El camino al chiringuito es largo- piensa Eduardo-, y yo tengo tiempo para pensar. La gente es tan superficial... tan hipócrita, que a veces me avergüenzan. Todo el mundo piensa en el dinero, el sexo o el poder. De esto me di cuenta en cuanto supe que podía leer los pensamientos, pero es tan doloroso... yo no pedí este don.
Eduardo se entretiene leyendo los pensamientos de los demás.
- ¿Por qué a Pikachu nunca se le ven los genitales? Siempre va desnudo... - se pregunta un señor de 23 años.
- Matar... matarla y enterrarla...- piensa una anciana, mirando a su asistente social.
- La raíz cuadrada de 654 es 25,57, la raíz cuadrada de 655 es 25,59, la raíz cuadrada de 656...- recita una niña de 7 años.
-¿ Y ese chico que me mira con gesto distante quién será?- se dice una joven-. Seguro que un misógino de esos resentido porque no se le levanta...
- Menuda cara de tonto estreñido tiene el paliducho ese que se acerca...-
se extraña otra chica.
- El chaval ese tiene un pezón raro. Es como una loncha de salami descolgada...
- Ese pelo repeinado de idiota... ¡qué estamos en la playa, “atontao”! Y alegra esa cara...
- ... seguro que la tiene pequeña...

Snif... snif..., ¿por qué me insultan todas?-llora internamente Eduardo.
De repente, el vampiro se detiene. Tumbada en una toalla, con una cuerda atada en un dedo morado por la coagulación, y el otro extremo en su mochila, una joven con el gesto congelado toma el sol.
- ¿Para qué es el nudo?- pregunta Eduardo, con su monótona voz.
- Pada que no me roben mochila- responde la muchacha manteniendo el gesto, un rictus de desagrado, como si se estuviera oliendo constantemente y decidiera que debía tomar una ducha.
Eduardo se fija en la bolsa, completamente vaciada por ladrones. Tal vez debería buscar un método para que no le roben lo de dentro...
- ¿Cómo te llamas, guapa?
- Boniata.
- ¿Y cómo es que no puedo leerte el pensamiento?
- Ydo... ydo no penzo mucho.
- ...mm. Di lo que soy.
Boniata le mira con cara rara.
- He dicho... ¡qué digas lo que soy!
La muchacha ladea la cabeza.
- Oh venga... bebo sangre de vaca y leche, huyo del sol porque brillo, soy más fuerte que cualquier ser humano y más rápido y más listo...
A Boniato se le cae la baba en un gesto estúpido.
- Dime... qué... ¡soy!
- ¿...David el gnomo con armadura?
- ¡No!- ruge Eduardito-. ¡Un vampiro!
- ¡A loz vampiroz el sol quema!
- ...qué superficial eres. Pero te amo.
- Eduardito casar Boniata. Boniata abrir de patas y tener hijo vampiro.
- Al fin encuentro el amor...
Y Eduardo y Boniata se enlazaron para siempre. Vivirán miles de aventuras carentes de todo tipo de acción, tensión o carga emocional. Pero esa es otra historia.



FIN

miércoles, 27 de julio de 2011

El pirata "Patapolo"

“Patapolo” Smith era el mejor vendedor de helados. Su pierna refrigerada le daba una sensibilidad especial para interpretar los sabores de la escarcha, y era capaz de fabricar uno del sabor que se le ocurriera. En su escaparate, los había de fresa, menta y chocolate, pero también de zanahoria, pollo asado y asfalto.
- Toma, muchacho, un polo de heces de mono. Y recuerda: en el palo está el premio- decía con amplia sonrisa a sus clientes más jóvenes.
Un día, la joven Bridget: pelirroja, alta y de buen ver (por delante y por detrás), asistió a su tienda de helados, y poco tardó en quedar prendada por la magia del heladero.
- ¿Me da...?
- Me pones duro el cucurucho- dijo Smith. La dama quedó ruborizada.
Desde aquel día, cada tarde la joven Bridget asistía a una cita diaria con Patapolo, una cita de 40 segundos, en las que el avispado vendedor encandilaba a la mujer.
- Déjeme que le dé a probar mi nata- dijo el último día de tan maravillosa temporada.
Bridget se volvió sonrojada con su helado, cuando Patapolo Smith la detuvo.
- ¡Espera!- La joven se giró.- Mañana hacemos un año como vendedor y cliente, y tengo una sorpresa especial para ti. Viajaré a las lejanas tierras del polo Norte y te fabricaré el mejor helado que hayas visto, uno de hielo de iceberg.
Bridget sonrió acongojada.
- Pues lo quiero de fresa y menta.
- Yo sí que me comía tu fresa... ¡grr!
La chica se alejó extasiada.
Pero ocurrió que, en la acera de enfrente, “Ojocalipo” Pawn (porque se le salía si apretabas), el mayor enemigo de Smith, escuchó las intenciones y, preso de envidia, preparó un plan para sabotear a su colega.
Y así fue como el “Frigo Jet” partió rumbó a las heladas tierras, portando como polizonte al pérfido Pawn.
Una vez en el polo Norte, y mientras Smith recogía el hielo necesario, Pawn mató al piloto y, gracias a su formación como heladero, condujo el jet hasta su tierra, dejando al heladero enamorado encerrado en una prisión de hielo.
Traicionado, Smith pasó los años en soledad, sobreviviendo a base de los helados con sabor a pingüino, oso polar y morsa que se fabricaba.
Un día, un joven esquimal llamado Nunúkcq pasó por la zona. Smith vio la posibilidad de escapar: ofreció al nativo una oferta que no pudo rechazar por su trineo y los perros y cruzó el polo de este a oeste sin problemas, pero al llegar al borde de un glaciar, sus 6 canes decidieron que no podían avanzar.
- ¡Noooo!
El heladero quedó tan afligido que sólo tras comer 6 helados con sabor a perro se hubo calmado.
En el extremo, el calor era mayor al que él llevaba años acostumbrado, y Smith empezó a sudar. Las gotas de su frente pronto se mezclaron con las de su pata de polo, y fue así como tuvo otra idea: chupó y chupó su pierna, hasta que consumió su miembro helado y sólo quedó el palo. Bingo.

Lejos, Bridget ya era una anciana respetada. Había asistido fielmente cada día a su cita con el afanado heladero, pero nunca le había encontrado. Pawn insistía en que sus helados eran tan buenos como cualquiera, pero ella no estaba dispuesta a traicionar a su heladero... hasta aquel día.
La anciana se sintió tan dolida que quería probar bocado ajeno, y Pawn sonrió de malicia al cobrarle el precio de la traición: 1,80.
Bridget se acercaba el cucurucho a la boca, cuando un enorme jet privado se interpuso entre ella y su bocado. Por su puesto, le cortó el brazo.
- ¡Alto ahí!- dijo Smith, bajando de su avión privado, triunfal. Cayó sobre su única pierna, seguido de dos hombres uniformados.
- ¡Smith!- gritó Bridget, coagulando la hemorragia con el frío del helado-. Me abandonaste, ¡dijiste que volverías!
- Lo siento tarrinita mía, pero esto tiene una explicación.
- ¿Cómo puedes estar vivo?- articuló Pawn.
- Creía que estaba todo perdido, cuando me di cuenta de la regla básica de los heladeros: en el palo está el premio- respondió el heladero, señalando su ausencia de miembro-. Por un momento pensé que me habías derrotado.
- No sé de qué me hablas- respondió Pawn, tramposo.
- Sí que lo sabes, ¡y puedo demostrarlo!
Smith sacó una cámara de vídeo del bolsillo y se la mostró al público.
- ¡Ahí lo tenéis!
Pawn ladeó la cabeza.
- Pero sí sólo es una filmación de 20 minutos enfocándote al ojo.
- ¿En serio?- Smith se volvió hacia la pantalla.- ¡Vaya! Debí ponerme la cámara al revés. En cualquier caso: ¡agentes! Llévenselo.
Los dos hombres que habían bajado con él sujetaron a Pawn de los brazos y se lo llevaron.
-¿Por qué me detienen? ¿Cómo se puede canjear un premio en mitad del polo Norte? ¿Cuánto lleva vigente el concurso...?
- No lo sabemos- respondió un policía-. Estamos demasiado sobornados para preguntar.
- ¡Nooooo!
Encerrado el villano, Smith Patapolo tendió su helado a la exjoven Bridget. La anciana desenvolvió su paquete y se quitó la dentadura pero, antes de dar el primer lametazo, se detuvo alarmada.
- Disculpe... ¿por qué hay un dedo de esquimal en este helado?
- ¿Es que no me pediste acaso un... “frigo-dedo”? Aaaaaajajajá...
- ...no. Mire, yo lo que quería era un cucurucho de fresa y menta.
- ...aaaaaaaaaajajaj¡¿es que quieres recibir tú también?!
- Helada me deja.
(tambores y platillos)

FIN

martes, 26 de julio de 2011

Maratón televisiva

¿Es usted uno de esos tipos que se alegran de usar calzoncillo XL porque cree que significa “muy largo”, en vez de pensar que tiene el culo demasiado gordo? O ¿acaso una de esas señoras que compran todas las barras de tortura de la teletienda para adelgazar marcando el teléfono con una mano mientras con la otra se sujeta una hamburguesa doble con manteca de cerdo por encima?
Para usted, que en definitiva es idiota...¡ronda de anuncios absurdos!


1.“Hagamos un trato: Yo aguantaré los chistes de Fede, aunque no tengan gracia... soportaré las bromas sobre mi hermana... no me quejaré si me ignoráis... que me robéis no tendrá importancia para mí... podéis meterme sedantes en la bebida, esperar a que me duerma y meterme piñas por el culo mientras lo grabáis para subirlo a internet, no importa. A cambio, sólo os pido 1 cosa: que estéis conmigo.”
Teleafónica. Contigo, para siempre.
“...me siento tan solo...”


2.Imagine que un día llega a casa y se encuentra con que los niños le han puesto patas arriba la casa, le han roto las sillas, han abierto sus paredes y han reventado las cañerías. Imagine que además sus vecinos llegan en 20 minutos. Menudo panorama, de doble infarto de miocardio, ¿verdad?.
Pues no sufra. Con “PUTTEX, barrita arreglatodo”, sus problemas solucionados. Porque “PUTTEX” es una barra de hierro de 6 kg, para que usted pueda desquitarse a gusto con los muchachos porque, no nos engañemos: si han hecho todo eso, no son niños, son bestias que merecen ser tratadas como tal.
"PUTTEX barrita arreglatodo".
Y ahora también: "PUTTEX, barrita arreglatodo inflamable". Por si sólo aprenden con fuego.


3. “- Podrías ponerte la camisa que te regaló mi madre...
- ¡¡¡¡¡¿Por qué no te la pones tú?!!!!
- ...porque es un palabra de honor. A los hombres no nos...
- ¡¡¡¡¡Póntela túuuuu!!!! ¡AGHH! ¡AGHHH! ¡¡¡¡AGGHHHHHHHHH!!!!
- ...sí, ama.”
Si esto ocurre en su casa, tal vez debería darle de cenar AUL BRAN con narcóticos a su esposa. Porque está loca y parece peligrosa.
AUL BRAN con narcóticos. Si cenas bien, no despiertas.


4.Amanda Zurriaga, joven empresaria y ama de casa, está a punto de salir de la oficina cargada con el trabajo de todo el día, cuando una compañera de trabajo le abre la puerta.
- Gracias.
- De Bekunojetix, mi edema favorito para el estreñimiento ocasional.
- ...es usted una ordinaria.
- Sí pero cago bien. ¿Quiere probarlo?
- No. Gracias.

Amanda Zurriaga en la compra.
- A ver a ver, qué yogur me compro...
De entre los packs, aparece la cabeza de una empleada.
- Da igual. Con Bekunojetix todo sale como entra. Y si no con esto activivias...
- ... gracias, Carmen Maxi, pero no.
Cuando Amanda se aleja, Carmen Maxi le sujeta del brazo.
- ...sentirse mal no es lo naturalllllll- gruñe la empleada, con una sonrisa gélida en la cara.
- Me... haces... daño...
Amanda Zurriaga consigue zafarse y huye.

Dos horas más tarde, Amanda comenta el caso con sus amigas.
- ¿No es increíble?
- Pues sí chica- responde Alice Wonderland, su amiga de la infancia-. Que todavía no conozcas el Bekunojetix...
- Alice, ¿tú también?
- Claro. Y tú deberías, hacer lo mismo. Solucionaría todos tus problemas cloacales, que te hace falta.
Amanda se escandaliza.
- ¡Pero Alice! No eres quien para hablar de mis problemas con...
- Ella tiene razón- interrumpe Cloé. Su hermana, Juliet, asiente con cada palabra-. Bekunojetix es el mejor invento de la historia.
- ¿Vosotras también...?
- Sí- asiente Juliet-. No sólo eso, sino que lo compartimos.
- Ajjjj...
Amanda se vuelve hacia Hellen, el único miembro de la mesa que no ha hablado.
- Supongo que tú también, ¿no?
- ¿Yo? Qué va- niega esta. Amanda respira aliviada.
De repente, dos señores vestidos de negro entran en el restaurante, recogen a Hellen de los brazos y se la llevan a rastras hacia el cuarto de baño.
-Ale señora: ¡a cagar!
- ¡Nonononoooo...! La brigada del Ñordo... ¡ahora no!
Amanda sale corriendo despavorida, sintiendo la mirada de cuantas mujeres se cruza por la calle clavándose en ella.

Es de noche y Amanda, acostada en su cama, trata de dormir pensando en que ha conseguido sobrevivir a tan grotesco día. De repente, un sonido en la habitación perturba la calma. La mujer trata de encender la luz de la mesilla de noche, pero de inmediato su brazo es inmovilizado por una sombra negra. La chica intenta gritar, pero es amordazada por dos manos firmes.
De repente, se hace la luz. Allí, rodeándola, puede distinguir las caras familiares de su madre y su hermana, como también la de Alice, sus compañeras de trabajo, la del super, el resto de sus amigas y los hombres de negro.
Cuando su cuerpo se haya más calmado, el hombre que sujeta sus labios aparta la mano.
- Vosotras...- gimotea la mujer-, y la brigada del Ñordo... y ¡Carmen Maxi!
- No te he visto comer yogures hoooyyyy...
- ...y hasta tú, Hellen, ¿qué hacéis aquí?
Hellen se vuelve hacia ella con expresión catatónica. Horrorizada, Amanda descubre que la mujer tiene el edema introducido en la sien, inyectado directamente en el cerebro.
- Pero... ¿por qué...?- llora la mujer.
- Ú-NE-TE,
REGULARÁS TU FLORA BIEN.
Ú-NE-TE,
REGULARÁS TU FLORA BIEN...- corea la masa, mientras le acercan el edema a la cara.
Amanda sólo puede cerrar los ojos y rezar.

Como una ola imparable, Bakunojetix se extendió por el planeta. Las mujeres estreñidas de todo el mundo, ahora liberadas y dirigidas por la misteriosa asociación del Ñordo, promulgaron un levantamiento global que derribó las grandes naciones, depuso a sus líderes y se estableció como la mayor fuerza autoritaria y única del planeta. El mundo cayó en su poder por completo...
Y comieron perdices,
y defecaron felices.

lunes, 25 de julio de 2011

Náufraga

Avi miró hacia el cielo. El sol ya se ocultaba por el horizonte. Sin duda, los atardeceres son más bonitos en mitad del océano. Las aguas cristalinas reflejaban la luz del astro dando la sensación de que todo el mar se había vuelto rojo y naranja. Precioso.
La tabla sobre la que flotaba se balanceó un poco por el leve oleaje, aunque en general había sido un día muy tranquilo con las aguas muy calmadas. Pensó con algo muy parecido a la ironía que al final había tenido suerte.
Además del murmullo del agua, las gaviotas almibaraban sus sentidos con cánticos lejanos. A Avi no le habían gustado nunca, sentimiento generalizado al resto de pájaros. Después de todo, era lógico: eran bestias feroces y sin escrúpulos que ya se habían cobrado la vida de demasiados compañeros. Pero, en aquel momento, la muerte no parecía tan desalentadora, y el hecho de escuchar un sonido familiar le daba algo de paz.
Avi rodó sobre la madera, para desentumecerse el cuerpecillo. El toque de su miembro roto la hizo detenerse de dolor. No sabía cuanto tiempo llevaba ahí, perdida en la inmensidad del mar, pero había sido el suficiente para que la tabla se recubriera de una capa verde musgosa, lo bastante seca aún para que no se le adheriera. Días... llevaba allí tendida varios días. Cuando le echaron del barco en el que iba de polizón, recordaba no haberle dado importancia. Para ella, el mundo no era más que un crisol caleidoscópico de imágenes banales. Se limitaba a seguir la labor para la que le habían adiestrado, “era” un eslabón, al que nunca se le había permitido soñar. Ahora, perdido todo el contacto con los suyos, y prácticamente con la vida, era cuando más estaba disfrutando de su cerebro. Se veía a sí misma junto a varias compañeras en el campo, disfrutando del día, echando carreras o contando historias en el césped. Se le daban bien las historias ¿Por qué nunca había hecho ninguna de esas cosas?
Avi se incorporó como pudo por las heridas. Estaba acostumbrada a que la gente se apartara de ella o intentara matarla. Cuando el marino de la barba parda consiguió golpearla, se preguntó porque no acababa con ella. Lo había visto cientos de veces, eran capaces de hacerlo sin escrúpulos. Pero no todas corren la misma suerte, y en su lugar el hombre había decidido echarla al mar en una tabla, esperando sádicamente que muriera de hambre, sed, calor, o una mezcla de todo ello.
El sol ya era sólo un punto brillante. Las aguas rojas habían menguado y sólo quedaban las más próximas al astro, como una gran red roja que estaba siendo recogida. Avi ya había pasado el momento de la desesperación, el de la negación y el pesimismo. Ahora le tocaba morir o vivir, aunque sabía que la muerte tenía más papeletas en este sorteo.
Avi estiró sus alas, se alisó las antenas y se impulsó con sus cinco patas hábiles. Volaría hasta la extenuación, y entonces moriría. Era tan buen plan como cualquier “única opción”. La avispa abandonó la tabla y voló en línea recta.
El mar seguía calmado.

A 32 km de distancia, sobre la proa del “Gatomalán”, Junco Junior Edurno se golpeó la parda barba con la palma de la mano.
- ¡Dichosos insectos!- se quejó-. ¡Ojalá esas gaviotas eliminaran a todos los bichos malos del planeta!
las gaviotas ,as próximas le miraron.
El hombre se llevó la mano al bolsillo y sacó una pipa. Luego, de la pechera sacó una pitillera con varias bolsas.
- El de manzana, el clásico, el de miel... no. Hoy me apetece el de pescado podrido...
Junco volcó parte del contenido de la bolsa en su pipa, encendió una cerilla y la prendió. Tras dos bocanadas, el humo empezó a salir de su extremo ancho y cóncavo. Mientras, dos docenas de ojos amarillos se habían agrupado a su espalda.
- Uffffffff, ¡sí señor! ¡Esto es vida y lo demás no! Uf... ¡por los cielos! ¡Qué bien sienta una buena pipaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...!

FINAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHL

domingo, 24 de julio de 2011

Tocino 4, capítulo II: La venganza

Basado en hechos reales.

Ken entró al salón vestido con su bañador de flores.
- Comprobado: un baño y dos habitaciones, una con cama de matrimonio y la otra con literas. ¿Cómo va eso?
Oliver y Sarah le miraron, él aún con la caja de cerillas en la mano y el cadáver de un montón de fósforos en el fregadero.
- Es oficial: el calentador no funciona.
- ¿Y cómo me ducharé yo entonces?- preguntó Stacy, en el sofá, pasando de uno en uno los canales de la tele, a cual más borroso y peor sintonizado.
- Cariño, no desesperes. Agua sale- informó Ken-. Agua caliente no.
Stacy se levantó de un salto.
- Van a ser unas vacaciones muyyyy largas…- dijo la chica, pasando de largo a sus compañeros y encerrándose en el cuarto de baño.
Oliver tiró la caja de cerillas contra la papelera.
- No es tu culpa- le suavizó Sarah-. Cuando nos enseñaste las fotos, a todos nos pareció bien.
- Es cierto, colega- siguió Ken-. Anda, siéntate tranquilo mientras te preparo un bocadillo… ¡ah no! Que no tenemos fuego y el microondas no encaja en ningún enchufe…
Oliver saltó contra su compañero. Por suerte, Sarah le detuvo a tiempo.
- ¡Calma Oliver!- dijo la chica-. ¿Y a ti qué te pasa, Ken? Sabes que estas vacaciones son para celebrar tu ascenso en la compañía de catadores de vino. Oliver y todos estamos haciendo lo que podemos para que esto salga bien…
- Está bien está bien…- respondió Ken, conciliador-. Tienes razón. Lo siento, Oliver,
El chico apartó la mirada resentido.
- Me voy a echar la siesta- dijo.
- Te acompaño- dijo Sarah.
- La cama de matrimonio me la pido con Stacy- dijo Ken rápidamente.
Oliver y Sarah se volvieron, furiosos.
- Por favor…

Hacía pocos minutos que Oliver y Sarah habían entrado en la habitación de las literas, y algunos más desde que Stacy entrara en el baño. Ken estaba solo en el salón.
- Me abuuuuurro...- se decía continuamente.
Lo bueno de ser catador profesional es que las cosas menos divertidas de inmediato cobran interés, así que Ken estaba acostumbrado a ocupar sus pensamientos en asuntos sin importancia como en sumar todos los botones del mando a distancia o en golpear el sofá y ver cuánto polvo saltaba. Lo malo era que los olores te afectaban más. Un buen catador sabe que el aparato digestivo y el respiratorio confluyen, y que tener una nariz entrenada es fundamental para sacar todo el partido a los sabores. Por desgracia, él ahora mismo podía saborear a la perfección las sardinazas fritas que los vecinos de abajo cocinaban con esmero y cuyos vapores se filtraban por los deficientes conductos de ventilación del apartamento.
Ken huyó del hedor a su cuarto sin éxito. Casi olía más. Pensó en si debía interrumpir a Oliver y Sarah en la otra habitación, pero se detuvo: después del coñazo que había dado con la cama grande…; sabía como se las gastaba su novia siempre que alguien la interrumpía en la ducha, así que al final se decidió por salir a dar una vuelta. Probó una, dos y cinco veces la cerradura. Alternó llaves, las giró, las retorció hasta que sus nudillo palidecieron, pero no hubo manera: la puerta no respondía. Al trigésimo sexto intento, el chico desistió, atufado por el humo. Luego, miró la terraza, como última vía de escape.
- Acjia acjia... a lo mejor soy capaz de colocar el toldo…
Ken abrió la puerta y se expuso al abrasador calor.

En la ducha, Stacy estaba desesperada. Pasó por alto el agua fría, pasó por alto que el toallero fuera un garfio puntiagudo y oxidado en la pared, pasó por alto que la cisterna tardara treinta minutos en recargarse, e incluso podía entender que la mampara estuviera rota y el plástico abierto hacia dentro… Pero que el pivote para que el agua saliera por la alcachofa estuviera roto hacía prácticamente imposible lavarse.
La chica se enjabonaba como podía mientras con un pie sujetaba el pivote. Había sido una chica autosuficiente durante toda su vida, se había sabido superponer a todas las adversidades y moriría superando problemas.
De repente, el único pie de apoyo de la chica resbaló sobre el champú. El cuerpo de la joven se precipitó contra la rasgada mampara, que con su filo de plástico le seccionó gran parte de la garganta. En medio del reguero de sangre, la chica se incorporó a pulso, utilizando todo el aliento que le restaba en respirar.
La joven puso un pie fuera de la ducha y caminó hacia la puerta. Dos pasos tardó en resbalar con el agua que había estado saliendo de las fugas de la ducha, y medio segundo después su cara acabó ensartada en el toallero. No es broma.

En la habitación de las literas, Oliver y Sarah no podían conciliar el sueño en sus estrechas camas individuales.
- ¿Has oído ese golpe?- preguntó Sarah, en la cama inferior.
- Venía del baño- respondió Oliver, en la cama superior (como habrá adivinado el lector)-. Seguro que Ken ha ido a hacer una visita a Stacy…
- Mm…
- Sarah… siento haber perdido los nervios antes.
- No importa cariño.
- Si no me hubieras apoyado no sé lo que… gracias cielo. Te quiero.
- Yo también te quiero.
El chico se revolvió. La cama crujió.
- Oye, cielo- dijo Oliver entonces.
- ¿Mm?
- Estoy pensando algo. La cama se mueve, está montada con cuerdas y tienes vértigo. Vale, duermes en la de abajo. Pero… si se cae esta cama, ¿no te aplastaría?
Como si hubieran estado esperando la señal adecuada, las cuerdas que mantenían la inestable estructura de la litera se rompieron con un chasquido y todo se precipitó. Oliver cayó rodando por un lateral. Cuando se volvió, el brazo de Sarah, que colgaba de la cama ensangrentado, era la única parte reconociblemente humana del resto de su aplastada y amorfa forma.
- ¡Nooooo!
Oliver salió de la habitación a toda prisa. Tuvo que sujetarse a las paredes para no resbalar con el reguero de sangre que salía del baño. El chico abrió la puerta.
- ¡Nooooo!- gritó al encontrar el cadáver de Stacy.
Oliver caminó a toda prisa por la casa, preguntándose de dónde procedía aquella peste a pescado frito. El chico trató de abrir la puerta con tanta insistencia que el pomo se desprendió. Encerrado. - ¡Nooooo!
El chico sacó el móvil. Sin cobertura.
- ¡Nooooo!
Como último recurso, el muchacho optó por salir a la terraza a pedir ayuda. Colgado como un jamón de los garfios del toldo y con la piel abrasada por el sol, Ken pendía inerte a varios centímetros del suelo.
- …jeje- rió Oliver.
El chico se asomó el balcón. Muy alto para saltar. Sin pensar mucho en ello, descolgó a su compañero y lo echó a la calzada.
- Por fin servirás de algo…- dijo Oliver, dispuesto a usarlo como colchoneta.
El chico saltó, pero calculó mal y aterrizó en el contenedor de agujas usadas que había colocado justo al lado de su portal.

- La mampara estaba rota, varios pomos quitados, las camas caídas, habían quitado el toldo…
En la comisaría, Elvis Hamon, de la agencia de alquileres de pisos Tocino, explicaba a un policía los desperfectos que había encontrado en “Tocino 4” tras la masacre, intentando ocultar su sonrisa malévola.
- Es terrible- respondió un policía-. En verano suelen pasar estas cosas: unos adolescentes alquilan un buen piso y lo malogran con fiestas salvajes. Al final, todo acaba en tragedia. Pero no se preocupe: tendrá usted su indemnización y podrá reparar el apartamento.
Elvis Hamon se deshizo en carcajadas malvadas.
- Jajajajajajjaja… ¡la vida es justa!

Era broma. Los nombres de los personajes y del alojamiento son ficticios.

sábado, 23 de julio de 2011

Tocino 4, capítulo I: Bienvenidos al infierno

Elvis Hamon llevaba más de veinte minutos contemplándose las palmas de las manos. Para sus enfermos ojos, de ellas aún brotaba la sangre, sangre derramada que no era suya, pero de la que él era responsable. Sonrió, adoptando una mueca histérica.

5 horas antes.
En el oscuro apartamento vacío, la calma fue rota por el sonido de la llave entrando en su cerradura; después por el de varios forcejeos; más tarde, por patadas. Tras doce minutos, la puerta se abrió con un chirriante gemido.
- Puta puerta...
- Tranquilo, Oliver.
Oliver, Sarah, Stacy y Ken entraron en el apartamento en ese orden. La segunda sosegó al primero con un cariñoso abrazo.
- ¿Seguro que es aquí?- preguntó Stacy.
- Sin duda- respondió Oliver, algo molesto porque dudaran de él-. Apartamento “Tocino 4”. No puede ser otro.
- Pues parece distinto al de las fotos.
- Sí- añadió Ken-. El de las fotos era “sencillo”. Este es más “zulo del infierno”.
Ken estaba en lo cierto. El problema de alquilar un apartamento en vacaciones, es que no sabes dónde te vas a meter. Conoces las fotos trucadas y tomadas desde inverosímiles ángulos que un estafotógrafador ha colgado en una web, pero no has visto el sitio al yogur blanco (natural).
El apartamento en sí era angosto hasta el extremo, casi opresor. La mesa y el sofá estaban apilados contra las paredes del comedor, que era una extensión de la cocina, por lo que chocaban contra los fogones.
Oliver, dispuesto a tomarse como algo personal cualquier queja sobre el apartamento, apretó los puños. De inmediato Sarah lo notó y salió en su ayuda.
- Pero no hay duda de que es el mismo. Ahí está la nevera junto a los fogones, el fregadero junto a la freidora...
- Y la tele- añadió Stacy-. Una Mágnum coloseum 12. Mi padre tiene una tienda de electrodomésticos y sé un poco al respecto.
- ¿Dónde?- preguntó Ken.
- ¿Dónde qué?
- La tele. Que dónde está.
- Ahí, en ese rincón.
- ...oh. Creía que era un accesorio de la barby.
- ¡A que te mato!
Oliver arrancó el teléfono de una mesilla y se abalanzó sobre Ken. El chico rodeó el cuello de su amigo con el cable y apretó entre los gritos de sus compañeras. Tras varios segundos de forcejeos, los ojos de Ken se inyectaron de sangre y se descolgó inerte entre los brazos de su asesino, para no volver a levantarse nunca. Es broma. No había teléfono.
- Vale ya, Ken- zanjó Oliver.
Ken asintió.
- Oh... dios... mío...- suspiró Stacy.
- ¿Qué pasa, amiga de la infancia cuyos padres son muy amigos de los míos, que el verano pasado descubrimos que mi padre había tenido una aventura con tu madre hace 20 años, la edad que tenemos, y de lo que dedujimos que somos hermanas pero que no decimos para no romper la estabilidad de nuestras familias?- aprovechó para introducir Sarah.
- El toldo.
- ¿Dónde?- preguntó Ken.
- ¡Por todas partes!
Los chicos miraron al suelo. Ahí, desplegado y despiezado como un pollo apisonado, la tela, los engranajes y todas las barritas de metal que conformaban el techado ocupaban gran parte del suelo.
Oliver levantó la persiana de la terraza. Los dolorosos rayos de un sol de Julio golpearon sus retinas.
- Oh Dios... ¡estoy ciego, estoy ciego!- gritó mientras sus ojos se derretían por entre sus cuencas y caían como una masa blanquecina y amorfa sobre sus desnudas manos. También es broma. Pero el sol picaba.
- Cielo santo...- se quejó Ken-. ¿Cómo quieren que usemos la terraza sin toldo?
- Sólo tenemos que montarlo- opinó Sarah.
- ...¿un trío?
- No. El toldo.
- Bien. ¿Alguien sabe montar un toldo?
Nadie contestó.
- Eso creía. Chicos, va a ser una estancia demasiado larga. Así que yo me suicido.
Ken abrió un cajón, sacó un cuchillo y empezó a apuñalarse en el pecho. La sangre regó sus piernas mientras se doblaba hacia atrás de dolor y caía al suelo entre gemidos, aterrizando en un pegajoso y mortal charco carmesí. Es broma. En cuanto tocó el cajón, el pomo se cayó. Y de todos modos, los de la limpieza habían robado todos los cuchillos.

¿Qué perversiones les ocurrirán a los amigos? ¿Lograrán sobrevivir a Tocino 4? Todo esto y poco (nada) más en: Tocino 4, capítulo II: La venganza.

viernes, 22 de julio de 2011

Margo, el genio cabrón IV

Buenoooo, bueno, bueno. Ante todo, pedir disculpas a los seguidores habituales del blog (así me disculpo poco), ya que entre exámenes y vacaciones, lo hemos tenido abandonado. Pero no os preocupéis, porque no todo han sido ensaladas, gambas y guiris (qué ricos con atún...), también hemos encontrado tiempo para escribir un poquillo. Por eso, es un placer comunicarles que comienza la... -trtrtrtrtrtrtrtrtrtr-: SEMANA DE LAS HISTORIAS VERANIEGAS. Cada día, subiremos una. Básicamente es eso. Así, sin más dilación, les dejo con la primera que, ¿por qué no?, trata de ese genio simpático que a todos gusta, siempre que no nos lo encontremos nosotros. Deseamos sea de su agrado.


Damián Cifuentes era virgen. Había consagrado sus 21 años de edad al estudio y su formación profesional, relacionándose poco. Con vistas a sus exámenes, casi no salía de fiesta, así que las únicas chicas con las que se relacionaba pertenecían a la universidad, y él carecía de la labia necesaria para sacarlas de sus pupitres y llevarlas al catre.
Sacaba unas notas estupendas, pero a él lo que más le hubiera gustado en el mundo era... era... algo tan pervertido sólo se puede decir en argentino: “Ehte.... mojar el churro”.
Un día, tras masajear “al calvo” tres veces seguidas (como experimento fisiológico), salpicó sin querer una extraña lámpara que nunca antes había visto en su escritorio. Cuando recogió con papel higiénico sus minidamianes de la superficie, Margo, el genio cabrón, salió.
- Saludos amo. Soy Margo y te concederé un... un... ¿me has manchado la lámpara?
Damián, estupefacto, asintió aún con el papel en la mano. Margo apretó los puños.
- Venga machote, un deseo- siguió el genio en un tono mucho más brusco, casi amenazante.
Damián miró el papel un segundo.
- Deseo que mi vida sea como una película porno- contestó el muchacho.
Margo sonrió. Sonrió mucho. Fue una sonrisa afilada y cruel, la misma que esboza la guillotina cuando mira abajo y ve la nuca de su condenado. Muy mala muy mala.
- Deseo concedido... machote.
Margo dio cinco palmas con rabia, y tanto él como la lámpara desaparecieron. Damián quedó a solas con sus pervertidos pensamientos.

A la mañana siguiente, Damián no esperó a que sonara el despertador para levantarse. Se vistió raudo y bajó a desayunar como la orina en un incontinente. Aquel sería un buen día, debió pensar, antes de encontrarse al lechero desnudo en el sofá.
- Hola... cielín... ¿quieres... desayunar...?
Damián arrancó una galleta del estante y huyó de casa.
El chico corrió por las vacías calles hasta coger un autobús.
- A la universidad, por favor.
- Es un euro- respondió el conductor-. ¿A no ser que le importe compartir asiento con estas mises a las que llevo...?
Damián volcó la cartera sobre la mano del autobusero.
- ...miss travelos, muahahaha- añadió el hombre, recogido el dinero.
Damián se volvió para ver, efectivamente, todos los asientos ocupados por drack queens.
- ¡Nooooo!
Antes de que las puertas se cerraran, el chico logró escapar de la emboscada.
Damián llegó andando a la universidad igual de virgen, pero más tarde que nunca. Con vacilación entró en su clase. Cuan aliviado se sintió cuando encontró a todas sus compañeras a las que tanto había deseado vestidas con apenas unas transparentes telas.
Ya el chico se aproximaba voraz a una, cuando el profesor le interrumpió.
- ¡Sentaros! Como sabéis, hoy es el día de los intercambios... debo saber cuántos de vosotros podréis alojar algún estudiante Erasmus en vuestros hogares.
Damián frenó en seco. Alumnas extranjeras... ¡qué exótico!
- ¡A mí dame cinco!- pidió.
El profesor sonrió.
- Bien: Kevin, Magumbo, Mogambo, Tolomolobo y Kitengue, entrad.
Cinco negracos grandes y fuertes como neveras oscuras entraron. Entre gritos desesperados, arrastraron a Damián fuera del aula y se lo llevaron a los baños.
A Damián le mancillaron el agujero,
por no especificar que quería porno hetero,
...y cuandosecansaronlosnegrossetrajeronauncarneroooooooo.