viernes, 22 de julio de 2011

Margo, el genio cabrón IV

Buenoooo, bueno, bueno. Ante todo, pedir disculpas a los seguidores habituales del blog (así me disculpo poco), ya que entre exámenes y vacaciones, lo hemos tenido abandonado. Pero no os preocupéis, porque no todo han sido ensaladas, gambas y guiris (qué ricos con atún...), también hemos encontrado tiempo para escribir un poquillo. Por eso, es un placer comunicarles que comienza la... -trtrtrtrtrtrtrtrtrtr-: SEMANA DE LAS HISTORIAS VERANIEGAS. Cada día, subiremos una. Básicamente es eso. Así, sin más dilación, les dejo con la primera que, ¿por qué no?, trata de ese genio simpático que a todos gusta, siempre que no nos lo encontremos nosotros. Deseamos sea de su agrado.


Damián Cifuentes era virgen. Había consagrado sus 21 años de edad al estudio y su formación profesional, relacionándose poco. Con vistas a sus exámenes, casi no salía de fiesta, así que las únicas chicas con las que se relacionaba pertenecían a la universidad, y él carecía de la labia necesaria para sacarlas de sus pupitres y llevarlas al catre.
Sacaba unas notas estupendas, pero a él lo que más le hubiera gustado en el mundo era... era... algo tan pervertido sólo se puede decir en argentino: “Ehte.... mojar el churro”.
Un día, tras masajear “al calvo” tres veces seguidas (como experimento fisiológico), salpicó sin querer una extraña lámpara que nunca antes había visto en su escritorio. Cuando recogió con papel higiénico sus minidamianes de la superficie, Margo, el genio cabrón, salió.
- Saludos amo. Soy Margo y te concederé un... un... ¿me has manchado la lámpara?
Damián, estupefacto, asintió aún con el papel en la mano. Margo apretó los puños.
- Venga machote, un deseo- siguió el genio en un tono mucho más brusco, casi amenazante.
Damián miró el papel un segundo.
- Deseo que mi vida sea como una película porno- contestó el muchacho.
Margo sonrió. Sonrió mucho. Fue una sonrisa afilada y cruel, la misma que esboza la guillotina cuando mira abajo y ve la nuca de su condenado. Muy mala muy mala.
- Deseo concedido... machote.
Margo dio cinco palmas con rabia, y tanto él como la lámpara desaparecieron. Damián quedó a solas con sus pervertidos pensamientos.

A la mañana siguiente, Damián no esperó a que sonara el despertador para levantarse. Se vistió raudo y bajó a desayunar como la orina en un incontinente. Aquel sería un buen día, debió pensar, antes de encontrarse al lechero desnudo en el sofá.
- Hola... cielín... ¿quieres... desayunar...?
Damián arrancó una galleta del estante y huyó de casa.
El chico corrió por las vacías calles hasta coger un autobús.
- A la universidad, por favor.
- Es un euro- respondió el conductor-. ¿A no ser que le importe compartir asiento con estas mises a las que llevo...?
Damián volcó la cartera sobre la mano del autobusero.
- ...miss travelos, muahahaha- añadió el hombre, recogido el dinero.
Damián se volvió para ver, efectivamente, todos los asientos ocupados por drack queens.
- ¡Nooooo!
Antes de que las puertas se cerraran, el chico logró escapar de la emboscada.
Damián llegó andando a la universidad igual de virgen, pero más tarde que nunca. Con vacilación entró en su clase. Cuan aliviado se sintió cuando encontró a todas sus compañeras a las que tanto había deseado vestidas con apenas unas transparentes telas.
Ya el chico se aproximaba voraz a una, cuando el profesor le interrumpió.
- ¡Sentaros! Como sabéis, hoy es el día de los intercambios... debo saber cuántos de vosotros podréis alojar algún estudiante Erasmus en vuestros hogares.
Damián frenó en seco. Alumnas extranjeras... ¡qué exótico!
- ¡A mí dame cinco!- pidió.
El profesor sonrió.
- Bien: Kevin, Magumbo, Mogambo, Tolomolobo y Kitengue, entrad.
Cinco negracos grandes y fuertes como neveras oscuras entraron. Entre gritos desesperados, arrastraron a Damián fuera del aula y se lo llevaron a los baños.
A Damián le mancillaron el agujero,
por no especificar que quería porno hetero,
...y cuandosecansaronlosnegrossetrajeronauncarneroooooooo.

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