No soy como ellos. No soy un chico normal. Me llamo Eduardo Cullenpompa... y soy un vampiro.
La familia Cullenpompa, noble estirpe de arcaicos vampiros, veranean en Gandía como cada año. Mamá Cullenpompa prepara la sombrilla y las toallas.
Arena: cambiante, mutable. Ente sin alma que no se decide a tomar una forma fija. Es tan siniestra y a la vez tan atrayente...- piensa Eduardo Cullenpompa, mientras hace castillitos de arena.
- ¡Edualdiiiiiito!- le grita su madre-. Ven “pacá” que te tengo que “echal” la crema “pol” la espalda, que si no “me te” quemas.
Eduardo obedece.
- ¿Y tu “paaadle”?- continúa la madre, extendiendo la masa.
- Está ahí- señala el joven vampiro.
En la orilla, un hombre con el torso brillante saca pecho y aprieta los músculos frente a un grupo de italianas bañistas.
- Uyuyuyuyuyuyuyuyuyuyyyyy... ufff, no me miréis... soy un monstruo... uffff... uyuyuyuy... qué monstruosos y qué bueno que estoy...
- ...valiente imbécil- se queja una de ellas.
Mamá Cullenpompa decide cambiar de tema.
- Bueno, Edualdito, ¿te has comido el bocadillo de ajo? Es tu “favoliiiito”.
- Sí, madre.
- Te apetece un vaso de “sangle” ahora.
- No. Soy un vampiro moderno. Mejor leche.
La madre saca de su neverita portátil un vaso de leche. Eduardo se lo bebe de un trago.
- “Hablas” hecho los debeeeres antes de “venil” a la playuqui, ¿”veldad”?
- Sí, madre.
- ¿Y rezado tus “olaciones”?
- Sí, madre- responde Eduardo, mostrando el crucifijo que siempre lleva colgado del cuello.
- Bien. “Pos” ahora sé un buen chico y tráele a la mama una botellica de agua del chiringuito.
- ¿De qué marca, madre?
- Bendita, que es la que “mejol” sabe.
Eduardo asiente complaciente y se levanta.
- Y alegra esa cara. ¡Coooooño! Qué seco “queres”...
Eduardo no sonríe. Es un vampiro adolescente, está torturado por una sociedad que no le comprende, y lo va a demostrar.
El camino al chiringuito es largo- piensa Eduardo-, y yo tengo tiempo para pensar. La gente es tan superficial... tan hipócrita, que a veces me avergüenzan. Todo el mundo piensa en el dinero, el sexo o el poder. De esto me di cuenta en cuanto supe que podía leer los pensamientos, pero es tan doloroso... yo no pedí este don.
Eduardo se entretiene leyendo los pensamientos de los demás.
- ¿Por qué a Pikachu nunca se le ven los genitales? Siempre va desnudo... - se pregunta un señor de 23 años.
- Matar... matarla y enterrarla...- piensa una anciana, mirando a su asistente social.
- La raíz cuadrada de 654 es 25,57, la raíz cuadrada de 655 es 25,59, la raíz cuadrada de 656...- recita una niña de 7 años.
-¿ Y ese chico que me mira con gesto distante quién será?- se dice una joven-. Seguro que un misógino de esos resentido porque no se le levanta...
- Menuda cara de tonto estreñido tiene el paliducho ese que se acerca...- se extraña otra chica.
- El chaval ese tiene un pezón raro. Es como una loncha de salami descolgada...
- Ese pelo repeinado de idiota... ¡qué estamos en la playa, “atontao”! Y alegra esa cara...
- ... seguro que la tiene pequeña...
Snif... snif..., ¿por qué me insultan todas?-llora internamente Eduardo.
De repente, el vampiro se detiene. Tumbada en una toalla, con una cuerda atada en un dedo morado por la coagulación, y el otro extremo en su mochila, una joven con el gesto congelado toma el sol.
- ¿Para qué es el nudo?- pregunta Eduardo, con su monótona voz.
- Pada que no me roben mochila- responde la muchacha manteniendo el gesto, un rictus de desagrado, como si se estuviera oliendo constantemente y decidiera que debía tomar una ducha.
Eduardo se fija en la bolsa, completamente vaciada por ladrones. Tal vez debería buscar un método para que no le roben lo de dentro...
- ¿Cómo te llamas, guapa?
- Boniata.
- ¿Y cómo es que no puedo leerte el pensamiento?
- Ydo... ydo no penzo mucho.
- ...mm. Di lo que soy.
Boniata le mira con cara rara.
- He dicho... ¡qué digas lo que soy!
La muchacha ladea la cabeza.
- Oh venga... bebo sangre de vaca y leche, huyo del sol porque brillo, soy más fuerte que cualquier ser humano y más rápido y más listo...
A Boniato se le cae la baba en un gesto estúpido.
- Dime... qué... ¡soy!
- ¿...David el gnomo con armadura?
- ¡No!- ruge Eduardito-. ¡Un vampiro!
- ¡A loz vampiroz el sol quema!
- ...qué superficial eres. Pero te amo.
- Eduardito casar Boniata. Boniata abrir de patas y tener hijo vampiro.
- Al fin encuentro el amor...
Y Eduardo y Boniata se enlazaron para siempre. Vivirán miles de aventuras carentes de todo tipo de acción, tensión o carga emocional. Pero esa es otra historia.
La familia Cullenpompa, noble estirpe de arcaicos vampiros, veranean en Gandía como cada año. Mamá Cullenpompa prepara la sombrilla y las toallas.
Arena: cambiante, mutable. Ente sin alma que no se decide a tomar una forma fija. Es tan siniestra y a la vez tan atrayente...- piensa Eduardo Cullenpompa, mientras hace castillitos de arena.
- ¡Edualdiiiiiito!- le grita su madre-. Ven “pacá” que te tengo que “echal” la crema “pol” la espalda, que si no “me te” quemas.
Eduardo obedece.
- ¿Y tu “paaadle”?- continúa la madre, extendiendo la masa.
- Está ahí- señala el joven vampiro.
En la orilla, un hombre con el torso brillante saca pecho y aprieta los músculos frente a un grupo de italianas bañistas.
- Uyuyuyuyuyuyuyuyuyuyyyyy... ufff, no me miréis... soy un monstruo... uffff... uyuyuyuy... qué monstruosos y qué bueno que estoy...
- ...valiente imbécil- se queja una de ellas.
Mamá Cullenpompa decide cambiar de tema.
- Bueno, Edualdito, ¿te has comido el bocadillo de ajo? Es tu “favoliiiito”.
- Sí, madre.
- Te apetece un vaso de “sangle” ahora.
- No. Soy un vampiro moderno. Mejor leche.
La madre saca de su neverita portátil un vaso de leche. Eduardo se lo bebe de un trago.
- “Hablas” hecho los debeeeres antes de “venil” a la playuqui, ¿”veldad”?
- Sí, madre.
- ¿Y rezado tus “olaciones”?
- Sí, madre- responde Eduardo, mostrando el crucifijo que siempre lleva colgado del cuello.
- Bien. “Pos” ahora sé un buen chico y tráele a la mama una botellica de agua del chiringuito.
- ¿De qué marca, madre?
- Bendita, que es la que “mejol” sabe.
Eduardo asiente complaciente y se levanta.
- Y alegra esa cara. ¡Coooooño! Qué seco “queres”...
Eduardo no sonríe. Es un vampiro adolescente, está torturado por una sociedad que no le comprende, y lo va a demostrar.
El camino al chiringuito es largo- piensa Eduardo-, y yo tengo tiempo para pensar. La gente es tan superficial... tan hipócrita, que a veces me avergüenzan. Todo el mundo piensa en el dinero, el sexo o el poder. De esto me di cuenta en cuanto supe que podía leer los pensamientos, pero es tan doloroso... yo no pedí este don.
Eduardo se entretiene leyendo los pensamientos de los demás.
- ¿Por qué a Pikachu nunca se le ven los genitales? Siempre va desnudo... - se pregunta un señor de 23 años.
- Matar... matarla y enterrarla...- piensa una anciana, mirando a su asistente social.
- La raíz cuadrada de 654 es 25,57, la raíz cuadrada de 655 es 25,59, la raíz cuadrada de 656...- recita una niña de 7 años.
-¿ Y ese chico que me mira con gesto distante quién será?- se dice una joven-. Seguro que un misógino de esos resentido porque no se le levanta...
- Menuda cara de tonto estreñido tiene el paliducho ese que se acerca...- se extraña otra chica.
- El chaval ese tiene un pezón raro. Es como una loncha de salami descolgada...
- Ese pelo repeinado de idiota... ¡qué estamos en la playa, “atontao”! Y alegra esa cara...
- ... seguro que la tiene pequeña...
Snif... snif..., ¿por qué me insultan todas?-llora internamente Eduardo.
De repente, el vampiro se detiene. Tumbada en una toalla, con una cuerda atada en un dedo morado por la coagulación, y el otro extremo en su mochila, una joven con el gesto congelado toma el sol.
- ¿Para qué es el nudo?- pregunta Eduardo, con su monótona voz.
- Pada que no me roben mochila- responde la muchacha manteniendo el gesto, un rictus de desagrado, como si se estuviera oliendo constantemente y decidiera que debía tomar una ducha.
Eduardo se fija en la bolsa, completamente vaciada por ladrones. Tal vez debería buscar un método para que no le roben lo de dentro...
- ¿Cómo te llamas, guapa?
- Boniata.
- ¿Y cómo es que no puedo leerte el pensamiento?
- Ydo... ydo no penzo mucho.
- ...mm. Di lo que soy.
Boniata le mira con cara rara.
- He dicho... ¡qué digas lo que soy!
La muchacha ladea la cabeza.
- Oh venga... bebo sangre de vaca y leche, huyo del sol porque brillo, soy más fuerte que cualquier ser humano y más rápido y más listo...
A Boniato se le cae la baba en un gesto estúpido.
- Dime... qué... ¡soy!
- ¿...David el gnomo con armadura?
- ¡No!- ruge Eduardito-. ¡Un vampiro!
- ¡A loz vampiroz el sol quema!
- ...qué superficial eres. Pero te amo.
- Eduardito casar Boniata. Boniata abrir de patas y tener hijo vampiro.
- Al fin encuentro el amor...
Y Eduardo y Boniata se enlazaron para siempre. Vivirán miles de aventuras carentes de todo tipo de acción, tensión o carga emocional. Pero esa es otra historia.
FIN
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