sábado, 12 de noviembre de 2011

¿Eres medium tontum, o te lo haces?

“La gente normal no acostumbra a ver muertos... excepto los estudiantes de medicina y los psicópatas. Y los maquilladores de cadáveres también. Por ejemplo.
Pero yo... yo veo algo más: veo a los muertos, vivos. O sea... no. Vivos vivos no están. Se mueven y hablan sin tener vida. Eso sólo lo veo yo. Soy una médium.
...bueno, los titiriteros también un poco.”

Mari Paz Repull repasaba mentalmente los capítulos de su historia con el más allá.
- De pequeñita, jugaba con niños que vestían raro. Eran de la época grecorromana...
Cuarenta años atrás. Carnaval.
-Maripiti, ¿no te “vaz” a “difrazar”?- pregunta un compañero del jardín de infancia a la joven Mari Paz.
- Eres tú el que debería disfrazarse de persona de mi época. Tú estás muerto. Yo estoy viva. Deberías imitar mis costumbres, fantasma.
- ...uuuuuuuy. Qué “graro”- se sorprende el mellado niño-... “vamos” a “tiradle” “piedlas”.
Los infantes recogen materia prima del suelo y atacan a la muchacha.
En la actualidad.
- Los niños pueden ser muy crueles con aquello que desconocen.

Mari Paz pasea por la calle principal de su ciudad, abstraída.
- Para ser respetada y poder ayudar a la gente, una médium tiene que empezar en las más bajas esferas...
Veinte años atrás. Repull recibe en su gabinete telefónico de adivinas, televisado por una cadena de mala muerte y peor programación, la llamada de uno de sus adeptos.
- ¿Qué signo del zodiaco eres?- pregunta la médium mientras baraja las cartas del tarot.
-Piscis.
- Dime, “Piscis”, ¿sobre qué quieres saber?
- Bueno pues... yo quería preguntar sobre una persona, que está muy enferma yyy yo quería saber si se iba a “recuperá”.
- ¿Quién es esa persona, Piscis?
- Pues eeeees... ¡tuputamadre!
Un tono indica que el bromista ha colgado.
- ¿Ah sí? ¿Te crees que esto tiene gracia, niñato? Pues ya veremos quién se ríe cuando te llegue la factura telefónica... ¡porque os cobramos el triple de la tarifa que anunciamos mientras esperáis a que os den paso! ¡Ja!
Actualidad.
- Dos días después, el programa fue cancelado, el canal embargado y a mí me echaron. Mis compañeras de trabajo me escupieron en el pelo al salir.

La médium se encuentra a un vagabundo durmiendo entre cartones.
- La vida es tan frágil... el futuro se convierte en pasado con tanta facilidad que apenas tenemos tiempo de darnos cuenta de lo efímera que es nuestra existencia. Pero en nuestra historia no sólo hay pérdidas, sino también triunfos, y yo he llegado a saborear las mieles del más alto reconocimiento y honor que puede alcanzar una médium...
2 años atrás. Plató de Telecinquillo.
- Eres... una... FALSA- grita una colaboradora.
- ¡TU MADRE, MAMARRACHA!- responde Mari Paz.
- ¡Anda mentirosa, que a mí no me la cuelas...!
- ¡QUÉ TE VOY A PONER 3 VELAS NEGRAS! ¡QUE ERES MU MALA GENTE!
- ¡Estafadora!
- ¡PUES 5!
- A ver. Por favor- dice el moderador. Lo hace en bajito, mientras sonríe y se frota las manos.
- Mira- comienza a hablar la tertuliana-, te voy a decir las cosas claras y con respeto, porque yo soy muy clara y respetuosa, no como tú: eres una mentirosa sin escrúpulos, una lianta y, encima, hueles mal.
- ¡UH LO QUE ME HA DICHO!
Mari Paz se levanta de la silla y arremete contra la colaboradora. Mientras la médium aprieta a su contrincante la cara, ésta le sujeta fuertemente del pelo y tira.
- ¡DE LAS EXTENSIONES NO, DE LAS EXTENSIONES NO...!
- A ver. Por favor.
Actualidad.
- Sí. Llegué a la cima. Pero la fama no es eterna...
3 meses atrás. Plató de telecinquillo. Una mujer entre el público expone su pregunta a Mari Paz.
- ...y eso es lo que me pasa, que todavía no han encontrado el cuerpo- comenta la espectadora entre sollozos.
- Ssssdí... – responde Mari Paz, con la lengua pesada y los ojos rojos-. Ydo... ydo veo el cadáver de tu hija... ehm... flotando en un río.
La mujer mira en todas direcciones, confundida.
- Pero... si mi hija está aquí- explica, señalando a su joven acompañante-. Yo le preguntaba por mi marido.
- Perdo vamos a ver... ¡¿AQUÍ QUIÉN ES EL MÉDIUM?!
Mari Paz se levanta blandiendo un hacha y salta sobre el público, en busca de la joven. Los espectadores huyen despavoridos, tiran sus sillas, el plató se deshace en chillidos. El caos reina en el estudio.
- ...a ver. Seguridad. Por favor.
Actualidad.
- Aquel día, mi éxito se acabó. Se habló de drogas, mezcladas con alcohol y con gigolós filipinos... fue mi ruina. Ahora, he de convivir a solas con mi don, sin poder usarlo para ayudar a los demás, como Dios querría.
Mientras camina, un hombre ensangrentado y con el rostro desfigurada se arrastra hacia ella.
- Por favor... ¡ayúdeme!
- No puedo. Ya estás muerto. Debes hacerte a la idea y proseguir tu camino hacia la luz.
La médium pasa de largo y continúa su camino.
- Es tan duro...

Mari Paz llega al destartalado cuchitril en el que subsiste, cuelga la chaqueta en su retorcido perchero y deja las llaves en la mesilla. Cuando entra en su alcoba, una terrible nueva visión la sobrecoge.
- Oh no. Es el cadáver de un criminal Camboyano, sucio y maloliente, que se ha tumbado en mi cama esperándome para que le ayude a cruzar al más allá.
- ¿Pero qué coño dices?- responde el hombre en gallumbos sobre su cama-. Soy Rober, tu marido. Y a mí también me jode estar casado contigo, deja ya de inventar historias y límpiame el resto del culo, que no llego a todas partes.
Mari Paz asiente.
- ...pero hoy duermo en el sofá. Por favor.
3 horas más tarde. Dos golpes en la puerta hacen que Mari Paz se levanté de su incómodo sofá cama. La rata que ha estado recostada en su pies hasta ahora huye despavorida.
Cuando la mujer gira el pomo, dos agentes de policía aparecen en el umbral.
- ¿Es usted Mari Paz Repull?
- Sí, agentes. ¿Han venido porque requieren mis servicios como médium para identificar un cadáver que no encuentran porque el asesino no quiere confesar?
- Eh... pues lo cierto es que no. Varios testigos la han identificado a la hora de un múltiple accidente en la calle principal. Al parecer una de las víctimas le pidió ayuda y usted se la negó. Eso es omisión de socorro.
El otro agente irrumpe en la casa, empuja a la señora contra la pared y le pone unas esposas.
Luego, se la llevan en el coche patrulla hasta una prisión de mujeres, en donde será asesinada la primera noche por una reclusa obesa a la que dirá que sus futuros trillizos crecerán sanos y fuertes.
- Ayudar a los demás es tan duro...

jueves, 3 de noviembre de 2011

Las Montañas de la Duda

Se dice que el mundo es el esqueleto fosilizado del legendario dragón gigante Arg Tetis. De su tortuosa fisionomía, cuenta la leyenda que su columna vertebral forma la escarpada sierra de el Fin de los Tiempos, la última fortaleza que separa el mundo civilizado de los mares de Hielo y las llanuras de Cráneo, hogar de los salvajes "Remendadores de Entrañas", conocidos así por su fama de tejerse las ropas con los tejidos de sus adversarios.
Entre las montañas, se halla el reino de Gruendlar, que significa roca y fuego en gruendlés, cuyos habitantes, fieros guerreros nacidos y modelados en el campo de batalla, consagran sus vidas a la defensa del resto del imperio. Su rey, Güinifredo Frito el Salado, comanda con mano dura sus ejércitos para hacer frente a las acometidas invasoras.
Una fría mañana de Aycojón, el décimotercer mes en el calendario gruendlés, el corazón del monarca, que había soportado guerras sin cuartel, la pérdida de amigos en el fragor de la batalla y dos taquicardias, recibe ahora un nuevo mazazo cuando Eleanor, su amada esposa, cae gravemente enferma.
- Mi señor...
- Estoy aquí- responde Güinifredo, sentado junto a la cama en la cual su mujer yace postrada.
- Me muero.
- Está débil- informa el médico, mientras cambia las sanguijuelas de su pecho.
El resto de la corte, sus más cercanos amigos, bajan la vista aflijidos.
- Mi señor, he de confesaros algo.
- No hables, querida.
- ¡He de hacerlo! No puedo irme de este mundo con la conciencia intranquila.
- Mi señor, sí me permitís- se adelanta el bufón-: no soy muy docto en la medicina del cuerpo, pero si hay algo que puede aliviar un corazón apesadumbrado, eso es la sincera limpieza del alma.
El rey mira a su más sabio consejero un instante. Luego, devuelve la atención a su esposa.
- Adelante. Habla.
- Es sobre Sylvina.
- ¿Sylvina? ¿La bastardita? ¿La más bella flor que brotó de mis semillas?
- Sí, bueno, a eso iba...
El doctor recoge sus utensilios aprisa.
- Con esta fiebre, puede que delire- informa el hombre mientras se levanta.
- Esa hija no es tuya. Es mía.
- Eso es imposible, querida- dice Güinifredo-. La engendré con una doncella en la posada de las Rosas Amorosas.
- Esa doncella no quedó embarazada. La niña es mía...
- Eso no es...
- La fiebre le hace decir cosas extrañas- sigue informando el curandero, cada vez más alterado.
- ...y del doctor.
El hombre empieza a toser.
- ¡¿Pero cómo dices tal cosa?! Yo mismo asistí al parto.
- Era yo disfrazada. Tras un tórrido encuentro, el hombre que ahora me trata me dejó encinta. Yo supe por los criados de tus aventuras amorosas, y aproveché la confusión para intercambiarme con la doncella en la posada y mandarte llamar en el momento del parto.
- Pero...
- ¿No recuerdas aquella época en que engordé tanto y, al día siguiente, estaba cómo siempre?
- Sí...
- Pues eso.
- Aghhhh,¡mil rayos! Mi honor mancillado.
- Si no, ¿por qué iba a acoger al fruto de mis cuernos de tan buen grado?
- Miente... ¡miente!- grita el médico, histérico-. Ajajaja... están todos locos, locos.
- ¡Guardias!- grita el rey-. ¡Coged a este matasanos!
Dos soldados entran y reducen al desquiciado hombre.
- Y en cuanto a ti...- sigue el monarca, elevando el dedo hacia la mujer.
-Mi señor, si me permitís- vuelve a interrumpir el bufón-: los caminos del amor son a menudo tormentosos y escarpados, y juzgar con nuestro juicio imperfecto eventos tan pasados es a veces demasiado osado. Da igual lo que esta dama eligiera antaño: ¿no es lo que sufre ahora suficiente castigo?
Güinifredo mira el demacrado aspecto de su esposa.
- Está bien.. no mancharé mis manos. Dejaré que obre la naturaleza como mano ejecutora... pero al médico me lo empaláis, porfa.
Los soldados asienten.

Horas más tarde, el segundo médico de palacio informa de la defunción de Eleanora. Güinifredo charla con su consejero en el salón real, a solas.
- Mi honra... ¡mi honra!- suspira el hombre desde su trono.
- Mi señor, si me permitís- comenta el bufón-: un bufón no se hace: nace. Mi padre sirvió a vuestro padre, Ajo Frito el moderedamente Tostado, y por lo que me contó, durante su reinado muchas situaciones difíciles hubieron de ser afrontadas. No hagamos del grano una montaña. Vuestra situación no se ha enturbiado.
- ¿Qué dices? Mi honor, mi orgullo...
- ¿No os parece que la joven Sylvina ha estado creciendo bella y sana como una rosa?
Güinifredo mira al bufón. Éste le guiña un ojo.
- No sugerirás...
- Sólo digo que la vida siempre brinda oportunidades inesperadas, que un clavo saca a otro clavo y que si se cierra una puerta, es probable que se abra una ventana- informa el lacayo-. ¿No es cierto que su idilio con Sylvina, ya no sería incesto?
Güinifredo se recuesta en el trono con las manos frente al estómago.

Dos días después de la muerte de su esposa, Güinifredo contrajo matrimonio con su antigua hija, Sylvina. Nueve meses más tarde, la muchacha se haya a punto de alumbrar a su vástago.
- Empuje, empuje...- canta el segundo médico.
- Ya casi está cariño, un poco más...- anima Güinifredo.
- Uffffffff...
Los llantos de una nueva criatura inundan la sala.
- Felicidades. Es un... uy- dice el médico.
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
Güinifredo se asoma entre las piernas de su dama.
- Uy. ¿Y esas botas picudas? ¿Y esas mallas verdes? ¿Y ese gorro con cascabeles? ¡Bufón!
El arlequín mira a su hijo. Una lástima que tuviera razón: bufón se nace.
- Mi señor, si me permitís: ¿qué fuerza puede ser capaz de detener ese vendaval arrollador que es el más universal de los sentimietos? ¿quién de entre nosotros, mortales, puede encauzar esa corriente verdadera hacia los mares de la cordura, cuando su candor le inunda? Si es por culpabilidad, lo admito: he pecado de amor. Mas ¿de qué serviría castigo, si no estuvo nunca en mi mano ponerle freno al destino? Es de recordar que los errores de hoy, no son más que las anécdotas sin importancia que el mañana recordará como el ayer. Así pues, en virtud de no errar con el veredicto. ¿Cuanto más provechoso es el perdón que el castigo para el verdugo?
El rey medita las palabras un momento.
- Bueno. Pero la cabeza te la corto.
- Jo.
- Guardias. Llevaros al bufón y a Sylvina.
Los hombres se llevan a los reos.
- Ni siquiera he tenido una fraseee- grita Sylvina mientras es arrastrada.
El rey recoge a la progenie del bufón de manos del doctor y la sostiene entre sus brazos.
- Y en cuanto a ti, a ver si a la tercera va la vencida, creces sana y por fin me das un heredero.
- Esto, mi señor...- informa el segundo médico- ...es un niño.