jueves, 16 de junio de 2011

Margo, el genio cabrón III

Fermín Palomares era un sibarita: le gustaba fiestear con los colegas, los domingos de siesta, quemar rueda con su ferrari... Efectivamente, también tenía los medios para conseguirlo, brotando como lo había hecho en el seno de una familia rica, cual flor de jardín de un ganador de la lotería. Sí... Fermín lo tenía todo: salud, dinero y a Mindy.
Diana Mina, alias Mindy, era una preciosidad pelirroja de tez marfileña y cuerpo escultural, musa de catálogos de bañadores. Ella y Fermín vivían la vida sin ningún tipo de preocupaciones... salvo una. Y es que tanto Mindy como Fermín eran simpatizantes de “la marcha atrás”, más natural y peligroso que el sexo seguro. El hecho muchas veces traía de cabeza a Fermín, quien no preparado para afrontar una paternidad, se mordía las uñas entre marea roja y marea roja de su chica, pero el corazón de Mindy era débil para consumir la píldora anticonceptiva, y ninguno de los dos estaba dispuesto a prescindir de los placeres del roce íntimo.
Durante un retraso, Fermín ya buscaba material sobre abortos en la biblioteca pública, cuando encontró una lámpara dorada entre los libros. El chico la recogió y la frotó por si había genio. Ni en sus sueños habría imaginado que sí.
- Saludos, mi nombre es Margo y te concederé un deseo- dijo Margo, el genio cabrón.
Fermín no dudó un momento.
- Deseo no dejar embarazada nunca a Mindy.
Margo asintió, dio dos palmas y desapareció.
Fermín pensó que Margo habría de resolver sus problemas... cuando un andrajoso vagabundo salió de detrás de un estante.
- ¡Insensato! No sabes lo que has hecho... Ese, chico, era Margo, como bien han escuchado tus oídos. Y es muy cabrón, muy cabrón... Yo antes era un triunfador multimillonario que lo tenía todo en la vida. ¡Pero mírame! Le pedí que me lavara el coche y, no sé como, consiguió darle la vuelta a mi deseo para que perdiera mi empresa, mi mujer y mi casa... Mi coche quedó limpio, sí, ¡lo tuve que pulir yo mismo al venderlo para poder comer! Y si no me crees mira, míralo por ti mismo en la web...
Fermín corrió a verificar la triste historia. Accidentes de tráfico, mutilaciones y hasta una violación por parte de un cocodrilo en celo, internet estaba saturado con historias terribles de gente que afirmaba haber conocido a Margo.
Cuando hubo dado crédito, Fermín tuvo claro lo que el malvado genio se traía entre manos. Coquillas, hueveras, pañales, un cinturón de castidad y, por encima, unos calzoncillos reforzados. Si Margo quería mutilarle el pene, no le sería fácil. Para mayor seguridad, el chico huyó de la gran ciudad, lejos de todo aparato cortante o abrasivo, para ocultarse en una cueva cual ermitaño, sin más mobiliario que una mesa, una silla y un ordenador, con los que se enteraría de cada nuevo movimiento de su etéreo enemigo.

Los días pasaron sin celeridad y con aburrimiento: Fermín solo usaba el ordenador en busca de noticias; cuando era menester hacer de vientre, miccionaba en el pañal, de manera que el único momento del día en que quedaba desnudo eran los 10 segundos entre que se cambiaba la prenda; su único contacto humano eran los repartidores a quienes pedía comida, ropa o pañales...
Y así anduvieron las cosas hasta que una mañana, cuando vigilaba su correo, una triste noticia de su madre le conmocionó.
"Hijo querido, no sabemos si has terminado tu retiro espiritual, pero le ha sucedido algo terrible a Mindy. El otro día, yendo a por el pan, fue atropellada por un autobús de dos pisos que llevaba al equipo nacional de sumo. Mañana es el funeral.
Un abrazo."

Fermín pudo respirar tranquilo por fin. El genio ya había cumplido. Él no dejaría embarazada a Mindy. El chico se quitó la pesada protección y suspiró aliviado recostándose en su silla.
De repente, un sonido sibilante se oyó bajó la mesa. El chico pudo ver entre sus muslos como una serpiente bastante venenosa se preparaba para atacar.
La dentellaba a su miembro no fue nada tierna,
Fermín lamentó no haber cerrado las piernas.

sábado, 11 de junio de 2011

Notas de Inmuno

Señoritos y señoritas, guarden silencio porque les voy a poner las notas de inmunología, lo cual es muy importante que ustedes conozcan en su futuro como médicos. Ejem ejem:
Do, Re, Mi, Fa, Sol, Linfo, Ci, Tooooo. El To agudo.

Espacio ofrecido por chistes vácuos y estúpidos S.I. (ilimitada. Que se meta el que quiera).

miércoles, 8 de junio de 2011

Un buen linfollón

Buenas tardes. Me llamo Henry, y esta es mi historia:
Al principio, yo era feliz. Durante mi tierna infancia como linfocito pro-T, todo era jolgorio y expansión clonal. Hasta que un día, todo cambió. Mis padres, orgullosa estirpe linfoide Tc, empezaron a notar cambios en mí: que si me distanciaba, que si era antisocial, que si no bebía suficiente IL-2, que si expresaba CD4... Hasta que al final, sucedió lo inevitable: maduré y me convertí en un linfocito T h2.
-¿Qué hemos hecho mal?- se quejaban mis células madre hematopoyéticas. Pero ya era tarde.
Pasé las pruebas de selección positiva con nota, y las de selección negativa con un 5 raspado (me encantan las secreciones del bazo), pero finalmente ingresé en la academia Timoty. Una vez allí, las cosas no fueron nada fáciles, pues me encontré con más de lo mismo: los brutos de las células Tc siempre se metían con las indefensas Th. Aún recuerdo el día de mis novatadas: un grupo de Tc nos acorraló en la corteza mientras nos acribillaban con ligandos.
-¡Os estáis pasando!- grité para defenderme, justo antes de que uno de ellos me acertara con un Fas-l en la cara.
-¡FAS, en toda la boca!- rieron ellas.
Hasta las células Th1 abusaban de nosotros avisando a los macrófagos. Un día nos llenaron la cama de secreciones lipofóbicas y toda la sección tuvo que dormir en el pasillo.
Sí, realmente fue una etapa traumática y, pienso que no habría sido capaz de superarla de no haber contado con el apoyo de Harold, mi mejor amigo, el cual estaba en mi misma situación.
-Oye, ¿sabes ya a qué antígeno eres afín?- recuerdo solía preguntarle.
-No. Ya se verá. ¿Nos echamos un rolling?
-¿Qué dices? Eso es de neutrófilos...
-¿Vas a hacer siempre lo que las quimiocinormas digan?
-Te vas a enterar...¡Rolling!
TIRORIRORIRORIRORÍN.
Realmente, Harold me dio mucha confianza en mí mismo...Una noche, los dos estábamos dándonos un garbeo por los suburbios de vénulas de endotelio alto, cuando nos encontramos con ella: era esbelta, morena e isotónica.
-Tío Harold, mira ese linfocito B... ¡menudo MHC IIazo tiene!
-¿Por qué no vas a decirle algo?
-¿Yo? ¿Estás loco? Sólo hay una posibilidad entre 10 elevado a 6 de que...
-Si no lo intentas, no encontrarás tu receptor de antígeno ideal nunca. ¿Quieres ser eternamente naivirgen?
Antes, el Doctor Carrol ( DC entre nosotros) me había explicado que me veía cara de afinidad por la lepra lepromatosa, pero yo no se lo había contado a nadie. Me daba vergüenza.
Al final, hice caso a mi amigo y fui a decirle algo a aquel linfocito B.
-Hola guapa, ¿cómo te llamas?
La célula me chequeó de arriba abajo.
-Piérdete...
- ¡Lepra lepromatosa!- dije, sin pensar.
Entonces, su expresión cambió.
-...soy Bella.
-Hola Bella. Yo me llamo Henry. Te invito a un trago. ¡Camarero! Dos vasos de interleucina 5...
Y desde aquel momento, algo pasó. Teníamos filling, nos entendíamos a la perfección, había química... Estuvimos hablando toda la noche, menos un momento en que la dejé con Harold, pues tuve que ir al baño para exocitar unos deshechos. Todo iba bien, y al final acabamos en mi residencia. La noche perfecta...
A la semana, me enteré de que Bella iba a secretar inmunoglobulinas. Yo estaba tan ilusionado como lo estaría un padre primerizo, así que fui a verla de inmediato. Mas cual fue mi sorpresa y mi decepción cuando llegué.
-Pero... cariño, estas cadenas pesadas son gamma... ¡y yo te estimulé para IgA!
-Ya pero... ¿recuerdas cuando me dejaste a solas con Harold? Pues pasó algo: hubo miradas, él me lanzó interferones y...
-¡Nooooo!”

-...y eso es todo, doctor. Dígame, ¿qué hago? Ya no tengo fuerzas para seguir, ni humor... no me considero inmunocompetente.
-Bien, veamos Henry. No se tome a mal lo que le voy a decir. Es sólo una sugerencia pero... ¿ha pensado usted en la apoptosis?
-...¿no hablará en serio, doctor NK?
- Piénselo. Hay muchas células que lo practican...
Henry miró al linfocito natural killer con furia.
- ...¿no?
- Doctor, hemos terminado.
- Perforíneme el atrevimiento...
- No pasa nada. Gracias.
- Granzimas a usted.
- ...
Henry salió de la consulta y pseudocaminó a solas por los tejidos linfoides. Estaba harto, cansado, hasta la mismísima linfopoyesis... Bien pensado, la proposición del doctor NK no era tan descabellada. El linfocito se escondió en un rincón alejado y, cuando nadie miraba, se colgó de sus caspasas. Al instante, 3 macrófagos se abalanzaron sobre sus restos y no quedó nada.