miércoles, 27 de julio de 2011

El pirata "Patapolo"

“Patapolo” Smith era el mejor vendedor de helados. Su pierna refrigerada le daba una sensibilidad especial para interpretar los sabores de la escarcha, y era capaz de fabricar uno del sabor que se le ocurriera. En su escaparate, los había de fresa, menta y chocolate, pero también de zanahoria, pollo asado y asfalto.
- Toma, muchacho, un polo de heces de mono. Y recuerda: en el palo está el premio- decía con amplia sonrisa a sus clientes más jóvenes.
Un día, la joven Bridget: pelirroja, alta y de buen ver (por delante y por detrás), asistió a su tienda de helados, y poco tardó en quedar prendada por la magia del heladero.
- ¿Me da...?
- Me pones duro el cucurucho- dijo Smith. La dama quedó ruborizada.
Desde aquel día, cada tarde la joven Bridget asistía a una cita diaria con Patapolo, una cita de 40 segundos, en las que el avispado vendedor encandilaba a la mujer.
- Déjeme que le dé a probar mi nata- dijo el último día de tan maravillosa temporada.
Bridget se volvió sonrojada con su helado, cuando Patapolo Smith la detuvo.
- ¡Espera!- La joven se giró.- Mañana hacemos un año como vendedor y cliente, y tengo una sorpresa especial para ti. Viajaré a las lejanas tierras del polo Norte y te fabricaré el mejor helado que hayas visto, uno de hielo de iceberg.
Bridget sonrió acongojada.
- Pues lo quiero de fresa y menta.
- Yo sí que me comía tu fresa... ¡grr!
La chica se alejó extasiada.
Pero ocurrió que, en la acera de enfrente, “Ojocalipo” Pawn (porque se le salía si apretabas), el mayor enemigo de Smith, escuchó las intenciones y, preso de envidia, preparó un plan para sabotear a su colega.
Y así fue como el “Frigo Jet” partió rumbó a las heladas tierras, portando como polizonte al pérfido Pawn.
Una vez en el polo Norte, y mientras Smith recogía el hielo necesario, Pawn mató al piloto y, gracias a su formación como heladero, condujo el jet hasta su tierra, dejando al heladero enamorado encerrado en una prisión de hielo.
Traicionado, Smith pasó los años en soledad, sobreviviendo a base de los helados con sabor a pingüino, oso polar y morsa que se fabricaba.
Un día, un joven esquimal llamado Nunúkcq pasó por la zona. Smith vio la posibilidad de escapar: ofreció al nativo una oferta que no pudo rechazar por su trineo y los perros y cruzó el polo de este a oeste sin problemas, pero al llegar al borde de un glaciar, sus 6 canes decidieron que no podían avanzar.
- ¡Noooo!
El heladero quedó tan afligido que sólo tras comer 6 helados con sabor a perro se hubo calmado.
En el extremo, el calor era mayor al que él llevaba años acostumbrado, y Smith empezó a sudar. Las gotas de su frente pronto se mezclaron con las de su pata de polo, y fue así como tuvo otra idea: chupó y chupó su pierna, hasta que consumió su miembro helado y sólo quedó el palo. Bingo.

Lejos, Bridget ya era una anciana respetada. Había asistido fielmente cada día a su cita con el afanado heladero, pero nunca le había encontrado. Pawn insistía en que sus helados eran tan buenos como cualquiera, pero ella no estaba dispuesta a traicionar a su heladero... hasta aquel día.
La anciana se sintió tan dolida que quería probar bocado ajeno, y Pawn sonrió de malicia al cobrarle el precio de la traición: 1,80.
Bridget se acercaba el cucurucho a la boca, cuando un enorme jet privado se interpuso entre ella y su bocado. Por su puesto, le cortó el brazo.
- ¡Alto ahí!- dijo Smith, bajando de su avión privado, triunfal. Cayó sobre su única pierna, seguido de dos hombres uniformados.
- ¡Smith!- gritó Bridget, coagulando la hemorragia con el frío del helado-. Me abandonaste, ¡dijiste que volverías!
- Lo siento tarrinita mía, pero esto tiene una explicación.
- ¿Cómo puedes estar vivo?- articuló Pawn.
- Creía que estaba todo perdido, cuando me di cuenta de la regla básica de los heladeros: en el palo está el premio- respondió el heladero, señalando su ausencia de miembro-. Por un momento pensé que me habías derrotado.
- No sé de qué me hablas- respondió Pawn, tramposo.
- Sí que lo sabes, ¡y puedo demostrarlo!
Smith sacó una cámara de vídeo del bolsillo y se la mostró al público.
- ¡Ahí lo tenéis!
Pawn ladeó la cabeza.
- Pero sí sólo es una filmación de 20 minutos enfocándote al ojo.
- ¿En serio?- Smith se volvió hacia la pantalla.- ¡Vaya! Debí ponerme la cámara al revés. En cualquier caso: ¡agentes! Llévenselo.
Los dos hombres que habían bajado con él sujetaron a Pawn de los brazos y se lo llevaron.
-¿Por qué me detienen? ¿Cómo se puede canjear un premio en mitad del polo Norte? ¿Cuánto lleva vigente el concurso...?
- No lo sabemos- respondió un policía-. Estamos demasiado sobornados para preguntar.
- ¡Nooooo!
Encerrado el villano, Smith Patapolo tendió su helado a la exjoven Bridget. La anciana desenvolvió su paquete y se quitó la dentadura pero, antes de dar el primer lametazo, se detuvo alarmada.
- Disculpe... ¿por qué hay un dedo de esquimal en este helado?
- ¿Es que no me pediste acaso un... “frigo-dedo”? Aaaaaajajajá...
- ...no. Mire, yo lo que quería era un cucurucho de fresa y menta.
- ...aaaaaaaaaajajaj¡¿es que quieres recibir tú también?!
- Helada me deja.
(tambores y platillos)

FIN

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