sábado, 12 de marzo de 2011

Margo, el genio cabrón I

Juanito Butterfly era un chico normal y corriente (con su familia unida, sus amigos juegapokemon y su "chucho" normalucho) excepto por un detalle: casi nunca aprobaba.
Daba igual lo que estudiara porque, a la hora de la verdad, era coger el boli y quedarse tan en blanco como su folio. Los cursos que pasaba, eran el resultado de esfuerzo y pena de sus profesores.
Un día, volviendo a casa de sus clases particulares de física, mates, inglés y religión (con el primer y último profesor particular de religión de la historia) se encontró una lámpara encadenada a una farola. Juanito era la única persona del mundo que no había visto Aladín, pero le picaba la espalda y se rascó con ella. Al instante, un genio verdoso, sonrisa afilada y los ojos entrecerrados ("cara cabrón") apareció.
- Saludos, amo. Soy el genio Margo y le concederé un deseo por haberme liberado.
Juanito no dudó ni un momento.
- Deseo no volver a suspender un examen en la vida.
Margo dio dos palmadas.
- Deseo concedido.
Y, como por arte de magia con un "como" colado, genio y lámpara desaparecieron.
Feliz y contento, Juanito volvió a su mierdero apartamento.

Una semana después, sería el examen de geografía. Para sorpresa de sus compañeros, Juanito no fue a las clases de refuerzo.
- No lo necesito. No voy a perder el tiempo.- decía.
A dos días del examen, sus compañeros organizaron un grupo de estudio a la desesperada para la biblioteca.
- No lo necesito. No voy a perder el tiempo.- repitió.
La noche antes del examen, la madre de Juanito le pilló en el cuarto jugando a la play mientras chateaba con una prostituta de un país del este y comía nachos.
- ¡Estudia!- le gritó.
- No lo necesitó. No voy a perder el tiempo.- fue de nuevo la contestación.
- Como suspendas te echo.
La mujer salió dando un portazo.
La mañana del examen, Juanito metió boli y folios en la cartera y partió.
De camino, trató de repasar el temario, pero no encontró ningún conocimiento en su cabeza.
- Es igual, de eso se ocupa el genio. Ya no necesito estudiar. Sería una pérdida de tiempo.
El chico cruzaba la calle del instituto cuando un coche le pasó por encima.
Su entierro corroboró que Juanito estaba en lo cierto: estudiar habría sido una pérdida de tiempo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario