lunes, 14 de marzo de 2011

Jeni la bruja

- Cuenta la leyenda, que en la edad media vivió una bella campesina llamada Jeni. Un día, yendo al río a por agua, se encontró con un joven y noble caballero. Cuando sus miradas se cruzaron, el uno quedó prendado por la belleza del otro y ambos dieron rienda suelta a su pasión y a sus bragas.
>>Durante meses, caballero y campesina se estuvieron viendo cada noche en el mismo río hasta que un día él dejó de aparecer. Dolida, Jeni seguía acudiendo al lugar de la cita, hasta que un día corrió por el pueblo la noticia de que la hija del señor feudal se había prometido con un noble extranjero. Cuál fue la sorpresa de Jeni al descubrir que aquel noble pretendiente era el mismo con el que ella había estado viéndose.
>>Jeni cayó en una profunda depresión, y más cuando se enteró de que estaba encinta, como su padre (el semen de noble es muy potente...). Mas cuando la chica fue a pedirle cuentas al caballero, este se desentendió de ella cual señora que se te cuela en la cola del súper.
>>Marginados y repudiados, Jeni y su padre fueron exiliados. Trataron de sobrevivir como rameras errantes, pero ella no tenía éxito pues, ¿quién iba a estar tan enfermo como para querer a una prostituta embarazada? Su padre enamoró a un noble francés, se casaron y tuvieron doce hijos (...pero que muy potente). Ahora Jeni estaba sola con su retoño, y sabía que no podría sobrevivir. Un Halloween, invocó al demonio cortándose un Winy de Pooh en la muñeca izquierda, para vengarse del caballero. Y aquella misma noche, tras ahogados gritos de dolor, el noble fue hallado muerto en su alcoba.
>>Se cuenta que cuando Jeni murió, el diablo se llevó su alma tanto por haber condenado al caballero, como por haber desvelado el conocimiento de una puerta al infierno que cualquier mortal podía abrir de ahora en adelante...
En la clase, los niños quedaron en sobrecogedor silencio.
- Bravo, señor Cabezas. Un 10.- asintió la maestra.
- ¡Paparruchas!- se quejó Carletes, el gracioso de clase, en voz alta- Es una historia de mierda. ¡No puede ponerle un diez a esa tontuna, señorita Warra!
- ¡Es Warren!- se quejó la maestra.
- ¡No es una historia de mierda!- se defendió Eduardo Cabezas- Me la contó mi madre y me dio mucho miedo. Tanto que me hice pis encima...
- Jajajá- rió la clase entera.
-...y caca...
-Jajajajajajajajajajaja...
- ...en mitad de mi comunión...
- Jajajajjajajajajajajajjjjajajajajjajajajjajajajajajajajjajajajajajajaajjajajaja...
- ...a la que asistió una excursión de chinos y que sacaron fotos de todo...
-¡JAJAJAJAJAJAJAJJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAAAAAAAHHHH!
- ¡Eduardo Cabeza Hueca!- profirió Carletes.
- EDUARDO CABEZA HUECA, EDUARDO CABEZA HUECA, EDUARDO CABEZA...
-¡Sileeeeeeeeeeeeeeeeencio!- rugió la señorita Warren- Ya estoy harta, Carlos, de tus continuas interrupciones. No me hice profesora para esto...
- Cálmese, señorita Warra, si no nunca encontrará un marido.
- ¡Es Warren! ¿Y qué hace Timi Otule en el suelo?
- Murió de un infarto durante el ataque de risa.- informó una niña.
- Señor...- se quejó la señora.
Entonces, descubrió que Eduardo Cabezas, ese chico tan tímido, estaba llorando.
- Oh... ¿estás llorando Eduardín?
- Jajajajajaja...
- ¡¡¡¡¡Silencio!!!!! Ven, vamos a llamar a tu madre- la mujer sacó un móvil de su escritorio y marcó el número-: ¿Hola? ¿Es la madre de Eduardo? Hola Jennifer le llamo de la escuela ¿cómo está? Yo bien sí, pero su hijo está llorando como una niñita y... no, esta vez no se ha hecho pis...
- JAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA...
- Eduardo Cabeza Hueca Eduardo Cabeza Hueca...- empezó a entonar Carletes mientras la profesora se llevaba al chico fuera de clase y el equipo de forenses de Madrid al pequeño Timi Otule.

Noche de Halloween. Tras emborracharse con sus coleguis, Carletes ha vuelto a casa y está tumbado en su cama boca arriba. A pesar de la borrachera, el chico se ve incapaz de conciliar el sueño. Suena un reloj de cuco. Las 12.
- Y aquí sigo, con dos cojones- dice Carletes, que por algún extraño motivo no ha sido capaz de olvidar los acontecimientos que obligaron a la madre de Eduardo Cabezas a sacarle del colegio-. Aquella historia de mierda sólo era una paparrucha digna de un Cabeza Hueca.
La luz de la luna fíltrase por el resquicio de su ventana.
- ...por otro lado: ¿desde cuándo tenemos reloj de cuco?
La luz deja de colarse.
- Es una nube, tan sólo eso...- dícese el crío mientras tiembla.
Entonces, un llanto aterrador cala desde sus oídos hasta el alma. Tan pronto sus ojos se acostumbran a la oscuridad, distingue una silueta al otro lado de la habitación.
- Es mi imaginación, tan sólo eso...- dícese, con ganas de ir al baño.
La silueta, envuelta en un camisón blanco, empieza a caminar hacia él. Carletes se echa la manta sobre la cabeza.
- ¡Maldita imaginación!- dícese entre sudores fríos.
Segundos más tarde, y aún no ha pasado nada. Cuando Carlos ya se siente a salvo, nota una presión en el otro lado de la cama. Alguien se apoya.
- No volveré a beber... no volveré a beber...- reza, con tino.
Entonces la manta se eleva. Alguien está dentro con él. Pero en la oscuridad, con la tela en los ojos, no ve nada.
- ¿Quié... quié... quié...?- trata de articular el crío.
- ¿Puedo dormir aquí?- pregunta una voz horrible, como procedente a la vez de varios sitios al tiempo, muy cerca de su rostro...
- No... no... no hay espacio.- tartamudea él, entrecortado y despacio.
- Entonces tendrás que hacerme hueco...
- ¡Ahhhhhhh...!

La mañana siguiente a Halloween, el equipo forense de Madrid fue enviado a una casita por un macabro suceso. A las 8:00 a.M., una mujer había encontrado a su hijo decapitado en la cama. Minutos después, tras rastrear la casa entera, se halló el cráneo en el exterior, vacío por dentro y con una vela en su interior, confundiéndose entre las calabaza. A sus pies, una nota escrita en sangre: “Y ahora, ¿quién es el cabeza hueca?”.
En la escuela de Carlos, los niños guardan un respetuoso minuto de silencio.
-...ya.- informa la señorita Warren.
Los niños bajan los brazos, visiblemente afligidos.
- Todos sentimos mucho lo que le ha pasado a Carlos...- informa la maestra, adivinando sus caras- Pero la vida continúa, y él habría querido que siguiéramos con la clase...
Los chicos se miraron entre sí.
- ...por fin sin interrupciones.- añade la mujer en un susurro, subiéndose un poco más la manga izquierda de su camisa.

FIN

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